Darwin describió en su teoría de la evolución de una selección natural como "la supervivencia del más apto".
Según esta idea, es la naturaleza quién conduce el proceso de la evolución, ya que solo permite sobrevivir y reproducirse a aquellos individuos (y sus especies) que mejor se adaptan a las condiciones ambientales.
Sin embargo, la Tierra presenta numerosos ambientes, por eso hay tantas especies. La selección natural actúa por igual sobre todos los individuos de una población. Algunos de ellos tendrán pequeñas diferencias.
Si estas diferencias (mutaciones) son ventajosas, tendrán más éxito al reproducirse. En consecuencia, aumentará el número de individuos con esa nueva característica. La especie estará evolucionando. Estos individuos acabarán siendo dominantes porque han evolucionado y sus características son las adecuadas para una nueva situación.
Por ejemplo, los animales y plantas que habitan en la alta montaña, con sus condiciones extremas, han evolucionado hasta adaptarse a ellas.
La teoría de la selección natural es simple y elegante. Explica cómo funciona el mundo biológico sin tener que recurrir a la antigua idea de "diseño" de los seres vivos. A partir de ella, la Biología pudo liberarse de causas sobrenaturales inexplicables y se convirtió en una auténtica ciencia, tal como hoy la conocemos.