Puesto porJCP on Nov 6, 2012 in Autores
La tregua prevista en Siria para las celebraciones de la festividad del Aid fue objeto de múltiples violaciones. El gobierno había tomado la precaución de cortar las principales carreteras para garantizar que los posibles incidentes se mantuviesen aislados y que no se expandieran. A pesar de ello numerosas brigadas del Ejército “Sirio Libre” (ESL) recibieron órdenes de sus patrocinadores para lanzar nuevos ataques, a los que el Ejército Árabe Sirio no podía dejar de responder. Si bien algunas regiones pudieron disfrutar 4 días de calma, el balance a nivel nacional es decepcionante.
Dependiendo del lugar donde vive, la gente considera esta tregua un éxito o un fracaso. En el plano diplomático, ese alto al fuego permite sin embargo evaluar las dificultades que tendrán que enfrentar las fuerzas de paz, cuando el Consejo de Seguridad decida ordenar su despliegue. La primera es la ausencia de un interlocutor representativo del ESL. La segunda es la mala voluntad de Francia.
El ESL se compone de una gran variedad de grupos armados que actúan cada uno según su propia lógica. En su conjunto, el ELS supuestamente obedece a un puesto de mando instalado en una base de la OTAN, en Turquía. Pero ya no es así, debido a la enconada competencia que se ha planteado entre sus patrocinadores (Francia, Qatar, Arabia Saudita y Turquía). Cada uno de estos países está esforzándose más por extender su propia influencia, en detrimento de la de sus aliados, que por derrocar el régimen sirio. Mientras tanto, las brigadas de base obedecen a quien las financie directamente y han dejado de tener en cuenta la coordinación de la OTAN. Por otro lado, y a pesar de las declaraciones, nunca han existido vínculos de subordinación entre los combatientes en Siria y los diferentes consejos políticos que se reúnen en los salones de París, Estambul y El Cairo.
Aunque los líderes occidentales no dejan de exigir la unificación del mando del ESL, lo cierto es que temen se produzca porque, si bien la eventual unificación permitiría disponer de un interlocutor con quien entenderse, su existencia misma desacreditaría a los consejos políticos creados en el extranjero y acabaría imponiéndose en lugar de estos. Y ya no sería posible seguir escondiendo la verdadera naturaleza de esta seudo “revolución” en la que ninguno de los grupos lucha por la democracia sino que pretenden, en su gran mayoría, imponer una dictadura religiosa sunnita.
En Idlib acaba de crearse un “Comando Central de los Consejos Revolucionarios Sirios”, al que se han unido cerca del 80% de las fuerzas del ESL. Ese comando reconoce como su jefe espiritual al jeque Adnan al-Arour, quien pronunció un discurso en ocasión de su creación. Dando lectura a un texto moderado, de estilo muy diferente al de sus prédicas habituales, Adnan al-Arour felicitó a su auditorio por la creación del Comando Militar Central, llamó a los tres consejos políticos rivales a unirse y exhortó a la constitución de un Consejo Legislativo. Se trata, claro está, de transferir el poder legislativo a los religiosos, cuya jefatura el propio al-Arour estaría humildemente dispuesto a aceptar para imponer la sharia. El jeque recordó de paso que el primer objetivo de la “revolución” no es el derrocamiento de las instituciones sino de los principios del régimen, o sea del laicismo y el nacionalismo árabe.
Es importante señalar que el ESL, aunque cuenta muy pocos combatientes sirios, tiene el respaldo de varios millones de civiles, específicamente en el norte del país. Sin embargo, en las manifestaciones organizadas aquí o allá nadie muestra retratos de los líderes políticos del exilio (Burhan Ghalioun, Abdulbasset Sida, etc.). Pero sí gritan a menudo el nombre del jeque Al-Arour. Y lo más importante es que han coreado consignas como “¡Los cristianos a Beirut, los alauitas a la tumba!” Los sirios que apoyan al ESL no reclaman democracia sino una dictadura al estilo de Arabia Saudita, que purifique el sunnismo liquidando a los sufistas y que reprima a las minorías confesionales.
Para lograr una tregua exitosa, el enviado especial de los secretarios generales de la ONU y de la Liga Árabe Lakhdar Brahimi habría tenido que negociar con el jeque Adnan Al-Arour. Pero un encuentro con ese personaje habría significado el fin del sueño de la “primavera árabe” al demostrar que Occidente arma y financia el sectarismo religioso más extremista.
El segundo obstáculo que tendrá que enfrentar el Consejo de Seguridad de la ONU para el despliegue de una fuerza de paz será el extremismo francés. París está bloqueando la aplicación del acuerdo firmado el 30 de junio en Ginebra. El texto redactado por Kofi Annan es –a propósito– impreciso sobre ciertos puntos, lo cual permitió que las grandes potencias lo firmaran, dejando para más tarde la solución de las contradicciones que quedaban. En el tiempo transcurrido desde aquel momento, Washington, Moscú y Pekín se han puesto de acuerdo. Pero París se obstina en mantenerse al margen.
El asunto es saber cuál es la oposición siria que goza de legitimidad para participar en la transición política y en qué consiste esa transición. Para Francia, por supuesto, es el Consejo Nacional Sirio, a cuyos miembros París alberga y subvenciona abundantemente, quien debe convertirse en el núcleo duro del próximo gobierno. Pero para Moscú y Pekín, los políticos que han apoyado la acción armada y llamado a la intervención extranjera no son dignos de la patria. La única oposición legítima es la que ha defendido la independencia de su país y la soberanía de su pueblo.
Lo que quiere Francia es organizar una transición entre una Siria gobernada por Bachar al-Assad (sin la petrolera francesa Total) y una Siria sin Bachar al-Assad (pero con Total), mientras que para Moscú y Pekín la transición consiste en pasar de la actual situación de división y de guerra civil a la unidad nacional y la paz. Por su parte, Washington está dispuesto a hacer concesiones… ¡con tal de acabar con el asunto lo más pronto posible y de evitar el incendio regional!
Aplicando las enseñanzas del alto al fuego del Aid, China acaba de proponer una solución original. En vez de presentar un plan de etapas políticas, Pekín proponer resolver el problema región por región, lo cual permitiría invertir el actual proceso de extensión del conflicto y, por el contrario, reduciría las zonas de guerra. Eso sería en interés de todos, pero perjudicaría directamente la estrategia francesa ya que, desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU, el presidente francés Francois Hollande reclamó un mandato del Consejo de Seguridad de la ONU sobre las “zonas liberadas”. Y es que París sigue soñando nostálgicamente con el mandato que la Sociedad de Naciones –antecesora de la actual ONU– le concedió en el pasado para legalizar la conquista francesa de Siria (1920-1946). De entrada, ¿no se las arregló acaso para lograr que los “revolucionarios” adoptaran la bandera de la colonización francesa?
Al pronunciar un discurso en la universidad nacional de Singapur, Kofi Annan subrayó que la responsabilidad de los actuales acontecimientos recae en ciertos Estados occidentales, los mismos que manipularon el mandato que el Consejo de Seguridad les había otorgado para que protegieran a la población libia y lo convirtieron en una operación de “cambio de régimen” contra Kadhafi. En este momento esos mismos Estados se niegan a condenar el terrorismo y estimulan el martirio de la población siria, como medio de crear una situación que les permita deshacerse del régimen de al-Assad.
Thierry Meyssan