La sombra del espejo.
... miro mi reflejo en la ventana y me encuentro extraño, nuevo; por un momento tuve miedo de la imagen que la ventana me devolviera, ese fantasma de mí mismo.
Dugas y Moutier.
IEl hombre termina de afeitarse con un inconfesado sentimiento de inseguridad y alarma. Se viste y brilla los zapatos una vez acordonados. Comprueba el aspecto general de su persona frente al gran espejo de la habitación... Hay un “no sé qué” distinto de ayer, de cada día anterior... Sonríe. -Estoy más viejo, un día más viejo cada vez...- Enfrenta su imagen de nuevo delante de la puerta-vidriera, antes de salir a la calle... Regresa a la habitación y arrastra una silla frente al espejo...: Aunque sabe que sus manos reposan sobre los muslos con las palmas hacia abajo, en el espejo se observan ligeramente suspendidas sobre estos, sin llegar a tocarlos... Camino del trabajo observa de soslayo las vidrieras de los establecimientos y trata varias veces, inútilmente, de enderezar sobre su cabeza el sombrero ladeado de la imagen... El fenómeno se acentúa con el fluir de los días. Pasa horas enteras frente al espejo, estudiando el cambio; tratando, tal vez, de anticipar las intenciones de la imagen..., repetir o doblar sus actitudes, superponerse a ella y hacerla regresar a las rígidas leyes del reflejo especular... Pero todo es en vano, su imagen se independiza de él, adquiere vida propia...; ya no lo sigue sino sólo a donde le place, en ocasiones a desgana..., a veces burlona, como ahora que le dedica, desde el espejo, una sonrisa sutil, giocondiana.
Tuerce el rumbo acostumbrado, evita el centro de la ciudad y los barrios comerciales; teme que algún ciudadano curioso descubra por casualidad lo que sucede cuando coincidan frente a cualquier superficie reflectante... Por otra parte, la imagen ahora desaparece días enteros y hasta semanas para regresar luego ajada, sucia, en completo descuido...
II Comienza a odiar; urde tramas destructivas en medio de cavilaciones incesantes... Una noche, frente a la actitud ofensiva de la imagen, el hombre decide cruzar el espejo para encontrarse con ella en su mundo... (…)
III... Decide regresar, entonces nota que se encuentra en un espacio sin referencias... Una débil fosforescencia lo envuelve todo en medio de un denso y viscoso silencio... Cae abatido por el vértigo, extendiendo inútilmente sus brazos en una maroma grotesca, con la intención de asirse a algo; gatea y se arrastra en dirección horizontal, no sabe por cuánto tiempo. Las rodillas y los brazos le arden, la boca y la garganta se le abrasan... Grita pero no se escucha a sí mismo, sólo siente como se contraen su abdomen y cuello... Comienza a llorar completamente desmoralizado..., tiene miedo. (…) ---(Fragmentos de la Short Story “La sombra del espejo.” Tomada del libro aún inédito “La Noche de Los Relámpagos.” Autor: Víctor José Guindo Singh.)