Su objetivo es lograr un moreno permanente, un bronceado eterno. Y ni los más de 35 grados a la sombra, ni el sudor recorriendo su cuerpo... Ni siquiera el tono rojizo de la piel quemada son suficientes para alejarles de los rayos. Son adictos al sol, lo que ya definen como tanoréxicos (del término «bronceado», en inglés «tan»). Aunque la comunidad médica todavía no se ha hecho demasiado eco sobre este concepto, algunos expertos explican que, entre sus síntomas se observa una obsesión por estar más morenos que los demás que, a su vez, genera ansiedad debido a que se está en continua competición con quienes les rodean y se frustra cuando no lo logra. Y cuando la obsesión da un giro hasta alcanzar un estado crítico, el paciente puede sufrir un trastorno dismórfico corporal.
Julián Conejo-Mir, jefe de Servicio del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y presidente de Honor de la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV) explica que «es un trastorno dismórfico corporal, incluido en el término dismorfobia, que incluye otros como la anorexia, la vigorexia, etc. Lo pusieron de moda los Beckham. Ahora está también el diseñador Valentino o la actriz Lindsay Lohan».
Las generaciones que hoy pasan de los 50 se echan las manos a la cabeza al pensar en lo que en su día hicieron para lograr esa tonalidad, pero los jóvenes no son conscientes de lo que la mercromina mezclada con la crema o las cabinas bronceadoras pueden hacer en su piel a largo plazo. Según Carolyn Heckman, investigadora del Centro Oncológico Fox Chase de Philadelphia (Estados Unidos) «quienes tienen más riesgo de caer en esta dependencia son las jóvenes de piel blanca y habituales usuarias de estas cabinas. A este perfil le suelen acompañar otros problemas psicológicos como ansiedad, cambios de humor y empleo de otro tipo de sustancias».
Por su parte, Lidia Trasobares, responsable de la Consulta de Melanoma del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Madrid, enfatiza que «tuve en consulta una paciente con riesgo de sufrir un tumor de piel que aseguraba que no iba a dejar de tomar el sol porque se iba a deprimir, que prefería morirse que dejar de estar morena». Gema cumple el perfil. Solía hacer submarinismo y pasaba días en la playa. Pero la protección y el sentido del peligro fueron desterrados por el «ansia» del bronceado. «Como soy morena, nunca me he echado crema». Y la amenaza del sol terminó por cumplirse. «Un fin de semana me abrasé. Desperté con la cara hinchada y me pelé. Ahora tengo más arrugas, la cara muy seca, y me molesta el sol, me salen manchas».
Pero, de las torturas a las que se somete el cuerpo, la última y más peligrosa es inyectarse Melotan, un producto que, pese a estar aún en fase de experimentación, se vende de forma fraudulenta por internet. «Es un análogo de la melanocortina que broncea, aumenta la potencia sexual y reduce el apetito. Induce la producción de melanina», dice Luis Hueso, dermatólogo del Hospital de Manises de Valencia. Fue en este centro donde hicieron un estudio tras recibir un paciente que se inyectó la sustancia y sufrió la aparición de nevus atípicos en su cuerpo de forma brusca. El fármaco estaría pensado para «prevenir dolencias dermatológicas, como dermatosis fotoinducidas que se pueden activar con la exposición solar», dice Hueso. «También para broncearse, sin necesidad de tomar el sol».
Entre las consecuencias que ya se barajan, se encuentra la posibilidad de producir cáncer. No obstante, los expertos se muestran precavidos «porque se está diciendo que produce melanoma y no tenemos evidencia científica de ello, pero sí de multiplicación y transformación de nevus. El estudio demostró lunares con potencial riesgo de transformación maligna. Pero no ha desarrollado ningún melanoma», aclara el miembro de la AEDV. Además, existen casos publicados en la literatura científica internacional semejantes al nuestro, con multiplicación y transformación de nevus en pacientes que habían utilizado Melanotan. En uno de ellos, sí que se ha documentado la aparición de un melanoma», concluye. Edermatólogo concluye que el medicamento «puede producir hipertensión arterial, algo que no se ha advertido hasta el momento».
**Publicado en "LA RAZON"