Investigadores de la Penn State y la Universidad de Pittsburgh, en Estados Unidos, han utilizado la tecnología de los 'smartphones' y los portátiles para investigar por qué a algunas personas les cuesta más que a otras dejar de fumar. Descubrieron que la urgencia por fumar nunca se reduce en quienes intentan dejarlo y recaen, mientras que sí lo hace, de forma rápida y sistemática, entre quienes lo logran. Los resultados se publican en la edición online de Prevention Science. El equipo de Saul Shiffman, profesor de Psicología de la Universidad de Pittsburgh, quería analizar cómo la dependencia de la nicotina y los estados emocionales negativos influencian la urgencia por fumar cuando se trata de dejarlo. Para ello, siguió a 304 personas que habían fumado durante mucho tiempo y habían intentado dejarlo. De media, estos participantes habían fumado más de un paquete diario durante 23 años. Catorce participantes dejaron de fumar las primeras 24 horas, pero después recayeron. En las dos semanas después de dejarlo, 207 participantes se mantuvieron relativamente libres de tabaco. Si los fumadores recaían pero fumaban menos de cinco cigarrillos diarios, se consideraban éxitos en este estudio. Los 57 participantes restantes fueron incapaces de no fumar ni siquiera durante 24 horas. Randomizados cinco veces a lo largo del día, los dispositivos móviles animaron a los participantes a responder un conjunto de cuestiones, sobre su estado emocional, su urgencia para fumar y si estaban fumando. Así valoraban su urgencia para fumar en este momento dentro de una escala de 0 a 10. Utilizando este método de recolección de datos, los investigadores consiguieron información sobre estos individuos dentro de sus entornos naturales. Los investigadores siguieron a estos sujetos durante dos semanas antes de su intento de dejar de fumar y durante cuatro semanas después de intentarlo. El equipo de Penn State utilizó un modelo estadístico flexible que le permitió observar varias variables al mismo tiempo. Descubrieron que quienes seguían sin fumar durante la cuarta semana del estudio presentaban una menor asociación entre su urgencia de fumar y su capacidad de dejar el hábito. Sin embargo, entre quienes eran incapaces de rechazar un cigarrillo no se observó ninguna asociación entre urgencia para fumar y autoconfianza. Para la directora científica del Methodology Center de Penn State, Stephanie Lanza, "algo que realmente destacó entre los que recaían es cómo su urgencia por fumar nunca disminuía, en contraste con los que lograban dejar de fumar durante un mes, en quienes la urgencia caía rápidamente y de forma sistemática, tras dejarlo". Uno de cada cinco estadounidenses fuma y cerca del 52 por ciento intentó dejarlo en 2010, según una encuesta nacional realizada a 27.157 adultos por los Centros para el Control de Enfermedades (CDC). El seis por ciento de las personas que habían fumado durante dos o más años lograron dejarlo durante al menos seis meses. *EUROPA PRESS
Investigadores de la Penn State y la Universidad de Pittsburgh, en Estados Unidos, han utilizado la tecnología de los 'smartphones' y los portátiles para investigar por qué a algunas personas les cuesta más que a otras dejar de fumar. Descubrieron que la urgencia por fumar nunca se reduce en quienes intentan dejarlo y recaen, mientras que sí lo hace, de forma rápida y sistemática, entre quienes lo logran. Los resultados se publican en la edición online de Prevention Science. El equipo de Saul Shiffman, profesor de Psicología de la Universidad de Pittsburgh, quería analizar cómo la dependencia de la nicotina y los estados emocionales negativos influencian la urgencia por fumar cuando se trata de dejarlo. Para ello, siguió a 304 personas que habían fumado durante mucho tiempo y habían intentado dejarlo. De media, estos participantes habían fumado más de un paquete diario durante 23 años. Catorce participantes dejaron de fumar las primeras 24 horas, pero después recayeron. En las dos semanas después de dejarlo, 207 participantes se mantuvieron relativamente libres de tabaco. Si los fumadores recaían pero fumaban menos de cinco cigarrillos diarios, se consideraban éxitos en este estudio. Los 57 participantes restantes fueron incapaces de no fumar ni siquiera durante 24 horas. Randomizados cinco veces a lo largo del día, los dispositivos móviles animaron a los participantes a responder un conjunto de cuestiones, sobre su estado emocional, su urgencia para fumar y si estaban fumando. Así valoraban su urgencia para fumar en este momento dentro de una escala de 0 a 10. Utilizando este método de recolección de datos, los investigadores consiguieron información sobre estos individuos dentro de sus entornos naturales. Los investigadores siguieron a estos sujetos durante dos semanas antes de su intento de dejar de fumar y durante cuatro semanas después de intentarlo. El equipo de Penn State utilizó un modelo estadístico flexible que le permitió observar varias variables al mismo tiempo. Descubrieron que quienes seguían sin fumar durante la cuarta semana del estudio presentaban una menor asociación entre su urgencia de fumar y su capacidad de dejar el hábito. Sin embargo, entre quienes eran incapaces de rechazar un cigarrillo no se observó ninguna asociación entre urgencia para fumar y autoconfianza. Para la directora científica del Methodology Center de Penn State, Stephanie Lanza, "algo que realmente destacó entre los que recaían es cómo su urgencia por fumar nunca disminuía, en contraste con los que lograban dejar de fumar durante un mes, en quienes la urgencia caía rápidamente y de forma sistemática, tras dejarlo". Uno de cada cinco estadounidenses fuma y cerca del 52 por ciento intentó dejarlo en 2010, según una encuesta nacional realizada a 27.157 adultos por los Centros para el Control de Enfermedades (CDC). El seis por ciento de las personas que habían fumado durante dos o más años lograron dejarlo durante al menos seis meses. *EUROPA PRESS