La teoría de los gérmenes

Por Gonzalo

Ahora es algo instintivo: si una persona tiene un virus, no nos acercamos a ella por miedo a contraerlo y enfermar. Pero la idea de que las enfermedades están causadas por microorganismos no quedó establecida hasta la segunda mitad del siglo XIX. La llamada “teoría de los gérmenes” condujo a los antisépticos y a la mejora de la higiene en los hospitales, por no mencionar el proceso de pasteurización para matar a las bacterias nocivas en los alimentos.

La vida surge espontáneamente de la materia inanimada: esta era la esencia de la teoría de la “generación espontánea” que los científicos y filósofos naturales creían, hasta el siglo XIX, que causaba las infecciones y el crecimiento de moho en los alimentos dejados al aire durante mucho tiempo.

El descrédito de la idea de la generación espontánea comenzó en el siglo XVII con la invención del microscopio compuesto (de varias lentes), que proporcionó la primera chispa de comprensión de los procesos biológicos. El científico holandés Antony van Leeuwenhoek hizo las primeras observaciones de células vivas y mocroorganismos, formas de vida consistentes en una solo célula.

A partir de 1830, el papel fundamental de las células estaba quedando claro para los científicos. Los biólogos alemanes Matthias Schleiden y Theodor Schwann expresaron esta opinión en su teoría celular, propuesta en 1838 y 1839. También iba creciendo la percepción de que las células pueden crecer y multiplicarse, formulada oficialmente por el biólogo alemán Rudolf Virchow.

Si las enfermedades e infecciones estaban causadas por formas de vida celulares, la división celular ofrecía un convincente mecanismo para explicar cómo se propagaban. Algunas de las primeras evidencias fueron descubiertas por el médico húngaro Ignaz Semmelweiss en 1847. Trabajando en la clínica de maternidad del Hospital General de Viena, observó algo raro en los índices de mortalidad de las madres que daban a luz allí.

Las madres que eran asistidas en el parto por médicos tenían más probabilidades de morir después de fiebre que las que habían sido asistidas por comadronas. Semmelweiss cayó en la cuenta de que los médios y estudiantes realizaban habitualmente  disecciones de cadáveres, cosa que las comadronas no hacían. Y se preguntó si las madres se habrían contaminado con “partículas cadavéricas”.

Para averiguarlo, Semmelweiss recomendó a los médicos y estudiantes que se lavaran las manos con cal clorada (lejía diluida) antes de acudir al pabellón de maternidad. Al cabo de unos meses, la mortalidad había descendido del 18 al 2 por ciento.

Pocos años después, un brote de cólera en Londres se atribuyó al agua de una bomba de Broad Street. Cuando las autoridades locales quitaron la palanca de la bomba, los casos de enfermedad disminuyeron. Más adelante se descubrió que el pozo que alimentaba la bomba estaba contaminado por las filtraciones de un pozo negro.

Pero fue Louis Pasteur el que dio el golpe de gracia a la teoría de la generación espontánea. En una serie de experimentos realizados entre 1860 y 1864, demostró que las infecciones están causadas por microorganismos. Para ello estudió el crecimiento de mohos en un “caldo nutriente”, una mezcla de extractos de carne, proteína y azúcar que favorece el crecimiento de los diminutos organismos.

Continuará……