La traición de Natalie Hargrove me ha parecido una novela mediocre y poco ambiciosa que habla del lado humano más feo. Sin embargo, aunque me ha dejado un poco indiferente, estoy empezando a pensar que justo eso era lo que pretendía la autora. Todos los personajes son un hatajo de niños ricos mimados, crueles y egoístas, y los populares tratan a los simples mortales como lo hacía Draco Malfoy con Hermione; es decir, como si fueran basura. Y la atmósfera de la que se alimenta la historia es pesada, lenta, caliente, pegajosa, destructiva e inmoral. Lo cierto es que Lauren Kate lo hace bien. Nos mete en una historia de instituto americano que se ahoga en secretos, mentiras y traiciones personales, y hace desfilar ante nuestros ojos a un puñado de personajes con los que es imposible empatizar. Añade al combo un montón de ambición y miedo adolescentes, y un triángulo amoroso, y logra mantener el tipo con la cabeza bien alta. Además, escribe sin florituras, profundiza con imparcialidad en la psicología de su protagonista y deja que las cosas fluyan. Tal vez me hubiera gustado un poco de luz al final del túnel, tal vez me hayan sobrado personajes secundarios que no tenían razón de ser, tal vez me hayan sobrado páginas y tal vez haya leído por encima unos cuantos pasajes que no aportaban un comino, pero en general La traición de Natalie Hargrove ha sido una lectura rápida y fácil que ha arañado mi corazón justiciero. Y el mensaje final, ese que tiene que ver con el título del libro, no hace otra cosa que reflejar la vida misma. Todos somos carne de cañón si no afrontamos el pasado. Para no hundirse en la miseria hay que afrontar la vida con dignidad y sin dejarse manipular.
En resumidas cuentas, un libro correcto lleno de personajes inaguantables a través de los que se aprenden cosas, y una historia realista y pesimista que refleja algunos males del mundo. No hace reír, no hace sonreír y no eleva el espíritu… pero dentro de su normalidad no está tan mal.