Creo haber escrito aquí alguna vez anterior que según tradición familiar transmitida por mi madre parece que me une algún vínculo de sangre con el escritor Ramón J. Sender, seguramente el narrador español más importante del siglo XX. En concreto, Sender sería primo hermano de mi abuelo materno, y según he podido deducir por mi cuenta, un personaje de "Crónica del alba" sería un miembro muy directo de mi familia fallecido ya hace algunos años.
El caso es que al margen de esa presunta relación siempre he profesado gran aprecio por Sender, primero como escritor y luego como referente ético de la llamada España Peregrina, los transterrados por el franquismo. Del Sender novelista recuerdo con viveza "Bizancio", "El lugar de un hombre", "Réquiem por un campesino español", "La aventura equinoccional de Lope de Aguirre" y sobre todo "Imán", probablemente la mejor novela-crónica escrita en España en el siglo XX, un alegato brutal contra la guerra colonial en el norte de Marruecos, un texto demoledor que contribuyó decisivamente al desprestigio de la monarquía y del Ejército español y que abrió camino a la Segunda República.
Ramón J. Sender murió en enero de 1982. Sú última carta se la dirigió a una entonces joven escritora, directora de un colegio público en el País Vasco, que le había enviado un ejemplar del manuscrito de una novela. Una copia de la carta la tengo enmarcada sobre una balda del mueble biblioteca en el despacho de mi casa, y suelo leerla varias veces a la semana. En esa epístola breve y concisa, casi al modo de Gracián, un Sender muy enfermo se excusa por no haber leído el manuscrito y desde la sencillez del campesino aragonés que era, le da a su corresponsal un consejo impagable, que debería ser memorizado por todo aspirante a escritor:
"No tengas prisa. El tiempo carece de valor para los artistas y escritores. Cervantes escribió su Don Quijote ya viejo y gracias a él será siempre joven".
Esta es la carta completa:
"Querida colega y amiga,
Contesto tu carta con un poco de retraso en relación con Navidad y Año nuevo, pero siempre es oportuno desear a una persona querida suerte y felicidad. Así pues[,] espero y deseo que este año sea para ti tan bueno como yo lo querría para mí mismo.
Como tú dices, el libro que me mandaste no llegó. Si lo certificaste puedes reclamar. Es verdad que yo estuve durante algo menos de un mes fuera de San Diego, (en Méjico) [,] pero había alguien encargado de recibir mi correo y debió haber llegado ese manuscrito a mis manos.
En todo caso creo que debo aconsejarte que no publiques materiales inmaduros. Una sola obra bien lograda vale más que cien libros poco meditados. No tengas prisa. El tiempo carece de valor para los artistas y escritores. Cervantes escribió su Don Quijote ya viejo y gracias a él será siempre joven.
Una vez más te deseo venturas y satisfacciones. Está bien que seas directora de ese colegio de Beurko y que la gente te estime y considere en lo que vales.
Cordialmente,
Ramón J. Sender”.