Una de las más célebres anécdotas apócrifas del viejo Hollywood es la referida al supuesto epitafio que figuraría en la tumba del gran Groucho Marx, uno de los mejores y mayores cómicos y de los más importantes filósofos de la Historia de la Humanidad. La falsa anécdota -como queda atestiguado mediante la prueba documental adjunta- cuenta que la frase lapidaria -nunca mejor dicho- que adornaría por los siglos de los siglos el sepulcro marxista sería, en la línea de cortesía inversa explotada por Groucho en sus comedias, especialmente a la hora de tocarle los ovarios a la pobre Margaret Dumont: “Perdone que no me levante”.
El recuerdo del cómico, que figura con su nombre real y no con el de pila, Julius Henry Marx, ocupa un discreto lugar entre otros fallecidos incinerados en el Eden Memorial Park de Mission Hills, California.
En cualquier caso, mejor recordar a los genios en su plenitud, aunque sea en su última aparición pública en un programa televisivo de Bill Cosby, en 1973.