La Verdad De Los Domingos, plantea una serie de dilemas un tanto espinosos y la mar de interesantes. Juan Bey, se inspiró para escribirlo cuando vio a una pareja cenando juntos y no se dirigieron la palabra en todo el rato, de lo que dedujo que esa pareja estaba muerta y finiquitada, pero a pesar de ello seguían juntos. La Verdad De Los Domingos, habla sobre la mentira a calzón quitado, sin juzgar ni exagerar ni un ápice sobre ella. Si queréis saber cual es la verdad de los domingos debéis ir a que os la cuente Juan Bey, ya que yo no voy a soltar prenda, je je je. Pero os puedo asegurar que es una verdad verdadosa, que a lo mejor no os gusta, pero no por falsa, sino por incómoda. El texto es soberbio, y plantea una serie de cuestiones que hoy en día, en la que podríamos llamar la era del postureo, están de mas vigencia que nunca. Para ello Bey, se sirve de un inteligente entramado que nos sumerge en un juego escénico muy jugoso, mezclando datos científicos y experiencias humanas en un maravilloso equilibrio cómico y profundo que me dejó realmente impresionado. Sin ningún ánimo de hipocresía Bey nos desmenuza las pequeñas miserias humanas, desde un prisma muy atinado, ágil y divertidísimo. La cosa trata de un escritor, Héctor Sinisterra (Bey) que va a presentar su libro, en la presentación lo que nos cuenta no es el libro que va a presentar,ya que nos habla de el que no le dejaron publicar, y ahí señores empieza el festival, en el que con mucha retranca, ironía a raudales y una frescura inusitada se nos saca los colores al respetable, para que hagamos acto de contrición, nos miremos criticamente el ombligo, y nos planteemos muchas cosas que damos por sentadas con cierta hipocritona indulgencia, pero que sin duda están ahí. Bey con un perspicaz ojo observador, nos disecciona y disecciona a su Héctor despiadada y deliciosamente, siendo el resultado final del texto, mordaz y brillante a partes iguales. Ha sido una sorpresa mayúscula la enorme calidad del texto, ya que me esperaba encontrar una comedia ligera, y me he encontrado una comedia divertídisima, pero muy inteligente también, algo muy de agradecer, ya que si ir al teatro a reír es genial, ir a reír y a pensar es glorioso.
Juan Bey, interpreta con gran soltura a este Héctor Sinisterra que se define a si mismo como polémico y un tanto sensacionalista. Para ello Bey se sirve de una naturalidad encomiable, y un control del espacio teatral y de los tiempos prodigiosos. A ello hay que añadirle que interactúa continuamente con el público, con un capacidad de reacción mas que notable, algo que dado las características del espectáculo, la cercanía del respetable y las dificultades que esto conlleva, todavía mejoran el acabado de un trabajo muy estimable desde todo ángulo.
Juan Bey dota de gran energía a su personaje consiguiendo atraparnos desde practicamente el minuto uno, sirviéndose para ello de gestos grandes cuando es menester, y unas miradas que traspasan al mas pintado en los momentos mas intimistas, dejándose la piel en todo momento y consiguiendo que nos quedemos embelesados escuchándoles sin apenas pestañear. En un código de conferenciante ameno, muy seguro de si mismo y desenfadado, nos va llevando por los vericuetos de las mentiras nuestras de cada día, los tabúes absurdos alrededor del sexo y de la pareja, y de nuestras relaciones personales en general, con un lenguaje desprejuiciado, felizmente procaz, y tremendamente revulsivo según para quien, pero sin molestar a nadie, y lo que es mas importante, haciéndonos reflexionar. Para ello es necesaria la dosis de comunicación tan bien medida que Juan Bey aporta, y sobre todo la capacidad de integración del público en el espectáculo, de forma natural, nada forzada y perfectamente incorporada en el texto, esto no sería posible si no fuera por la honesta, esforzada y directa interpretación que se nos ofreció, y que es a todas luces de campanillas.Sara Pérez firma la producción con gran tino, llevando a sus actor por unos mas que acertados vericuetos, sin ningún asomo de afectación, controlando muy bien los tiempos, algo tan importante en un espectáculo de estas características, y logrando que la naturalidad sea la gran baza de la función. El espectáculo funciona muy bien en cuanto a las subidas y bajadas, controlando al público a su antojo, y posee unos cuantos juegos escénicos la mar de jugosos, la cervecita compartida, la integración de los espectadores dentro del escenario, la luz que tan bien define la atmósfera de lo que estamos viendo, y el un tanto desconcertante ( y dificilísimo para Bey) principio, que posteriormente, una vez conocido a nuestro protagonista y su forma de hacer, entendemos a la perfección.Un diez para Pérez, por la atinada apuesta que es igual de honesta y acertada que el trabajo actoral de la función. Sin duda estos dos artistas saben muy bien lo que tienen entre manos, y conocen el teatro hasta los cimientos.*Si alguien considera que alguna de las imágenes utilizadas en este blog, está protegida por copyright, ruego me lo comunique para retirarlas a la mayor brevedad posible.