La vía hispano-catalana al fascismo

Publicado el 17 septiembre 2013 por Joaquim

El pasado día 11 de septiembre y durante el acto oficial de conmemoración de la Diada Nacional de Catalunya en la Librería Blanquerna, aneja a la sede de la delegación de la Generalitat de Catalunya en Madrid, un grupo de terroristas de extrema derecha españoles irrumpieron  en la sala profieriendo gritos de carácter fascista mientras empujaban y zaradeaban a los asistentes. Tras ocupar violentamente la tribuna y arrojar al suelo una bandera catalana, lanzaron gases lacrimógenos contra las personas presentes.  Durante la agresión los terroristas desplegaron trapos de colores con simbología fascista. Uno de ellos en concreto mostró una bandera del partido fascista español Falange, responsable del asesinato de decenas de miles de ciudadanos españoles durante 1936-1939.  Quien al parecer lideraba al grupo de atacantes es un individuo harto conocido no solo por su larga actividad en grupos fascistas españoles, sino también por sus vinculaciones familiares con elementos de la oligarquía política y social española, ya que el individuo en cuestión es primo de Morenés, el actual ministro de Defensa (PP), cuñado de Méndez de Vigo (PP) cabeza del grupo de diputados del PP en el Parlamento Europeo, e hijo de una mujer asimismo miembro de la alta sociedad madrileña  que fue tesorera de Alianza Popular, el partido franquista del camarada Fraga Iribarne, origen al actual Partido Popular (PP). De casta le viene pues al galgo. Y se entiende mejor la impunidad de sus acciones.  Anoche, en un espacio de la cadena televisiva de extrema derecha Intereconomía, el abogado de varios de los terroristas -detenidos al día siguiente ante el escándalo originado, pero puestos en libertad tras declarar ante el juez; a la salida fueron jaleados con gritos y saludos fascistas por sus compinches, ante la pasividad absoluta de la policía española que custodiaba los juzgados madrileños-, sostenía ante las cámaras con toda sangre fría que sus defendidos se habían conducido en todo momanto de modo exquisito, y que en todo caso habían sido ellos los agredidos; y eso mientras se veían las imágenes del asalto al local, cuya sola visualización desmentía de plano como no podía ser de otro modo las mentiras disparatadas que profería el picapleitos. Dos días después de los hechos, Francesc Vallés, diputado del PSC, dejo entreveer en unas declaraciones que el ataque contó sino con la complicidad sí al menos con el conocimiento de elementos policiales. Curiosamente, o no, en la Blanquerna no había ningún dispositivo policial que protegiera a los asistentes de un ataque como el finalmente sufrido, ataque que como digo era perfectamente previsible dado el creciente clima de tensión y enfrentamiento que los medios periodísticos y políticos de la derecha extrema/extrema derecha madrileña vienen propiciando en relación con la cuestión catalana. En Barcelona, el mismo día 11 de septiembre, solo unas horas después, tres encapuchados quemaron una bandera oficial española, otra francesa, otra europea y un retrato del actual jefe del Estado español, durante un fin de fiesta independentista. Sorprende la pertinacia de los grupos fascistas por mancillar símbolos ajenos, y en el caso de los catalanes, por quemar en efigie a sus enemigos, un procedimiento por cierto inventado por la Inquisición española hace ya muchos siglos.  La quema de la bandera francesa es un brindis al sol de los fascistas pancatalanistas, pues no hay noticia de que ninguno de estos valientes haya llevado a cabo jamás una acción semejante en territorio francés, a pesar de que según ellos la Catalunya Nord gime oprimida por la République centralista y jacobina. Obviamente tienen sus razones para gallear solo desde este lado de la frontera, ya que, como es sabido, con la France no hay bromas. En cuanto a la quema de la bandera europea, resulta asimismo altamente ilustrativa acerca de las pretensiones que animan a estos zotes y a quienes les financian, organizan y envían. Curiosamente, o no, en este caso tampoco hicieron acto de presencia los Mossos d'Esquadra, la policía autonómica catalana, que como es sabido depende del actual Gobierno de derechas catalán. Y no es que los heroicos muchachos se escondieran: la acción se llevó a cabo desde lo alto de una tarima y con música patriótica que ambientaba el desarrollo del aquelarre, jaleado por decenas o cientos de entregados fans. Obviamente, la policía catalana se ha abstenido de identificar a posteriori al trío pirómano. Faltaría más. Lo más curioso es que apenas un par de días después, en un programa de "debate" de TV3, la televisión pública/altavoz político del Gobierno autonómico catalán, los contertulios presentes se escandalizaban como un solo demócrata de que se pretendiera equiparar a los fascistas españoles que tiraron al suelo una bandera catalana en Madrid con los fascistas catalanes que quemaron banderas foráneas en Barcelona: hasta ese punto está embrutecida la llamada "sociedad civil" catalana. El fascismo pues, en sus diversas versiones, campa a sus anchas por la vieja "pell de brau" (piel de toro) de Salvador Espriu. El famoso choque de trenes si se produce, no vendrá de la nada: habrá sido cuidadosamente fomentado desde un lado y desde el otro por quienes precisamente mayor responsabilidad tienen en evitarlo.