Para el día de mi boda, ya había aumentado unas 15 libras (durante los 2 meses de noviázgo); luego que empezamos a vivir juntos era como si tuviera un balón inflándose por dentro. ¡Señor, que manera de comer la mía! Hoy en día, cuando recuerdo esos tiempos con el que es ahora mi ex esposo, él mísmo me dice que sí, que estaba gordísima y que comía como un animal. ¿Qué diablos pasó? Pues, lo que según el estudio del Foro Nacional contra la Obesidad, en el Reino Unido, (NOF) es natural que pase cuando un hombre y una mujer viven juntos: la mujer engorda.
El estudio comprueba que la convivencia en pareja es perjudicial para la mujer porque nosotras engordamos cuando vivimos con ellos ya que el hombre tiene más apetito e inequívocamente compartimos las mismas comidas y rutinas alimenticias. Lo malo es que el hombre engorda menos (o mas lentamente) mientras que nosotras no.
Otro estudio de dietistas de la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido, confirma que las mujeres tienden a engordar y comer de forma menos sana cuando tienen pareja estable; y al convivir con un hombre, las mujeres consumen más grasas y azúcares, inician una dieta basada más en la comida rápida y la pasta, y tienen menos tiempo para hacer deporte.
Interesante ¿Cómo es que no me enteré de esto antes de casarme?