Priscilla, es un musical un tanto atípico. Me explico, su humor no tiene nada de almibarado, la historia, no tiene esa pátina de cursilería que muchos musicales adolecen, la obra no es precisamente politicamente correcta, y algo que me hace esta función muy interesante. Entroca directamente con un género casi extinto, y tan vapuleado como es la revista. Esta Priscilla bebe claramente de sus fuentes, con números musicales que en su mayoría funcionan como cuadros independientes de la acción dramática, y que utiliza muy astutamente el señuelo de " no se vayan todavía que aún hay mas " cada cuadro supera al anterior, sorprendiendo continuamente al espectador en un alarde de imaginación apabullante. Es decir, como si de una especie de Ziegfield Follies, rabiosamente moderno, descarada y necesariamente queer, se tratara, se sumerge al espectador en un mundo de fantasía visual y artística perfectamente hilada y remozada con un envoltorio fastuoso. Esta Priscilla nos lleva a un soberbio ejercicio de nostalgia, un tanto camp, que resulta absolutamente delicioso para el espectador. ¿ Estamos ante la revista del S. XXI ? puede ser que si.
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