La vida es semilla

Por Chocobuda

Cuando me enfrento a dificultades de la vida y las cosas no salen como eran en mi imaginación, siempre recuerdo la frase clásica del Zen, “Sin lodo no hay loto”. De esta analogía nació uno de los símbolos más conocidos del budismo, que es donde casi siempre podemos ver sentado al Buda.

La flor de loto es toda una enseñanza budista porque esta flor solo puede nacer de un suelo pestilente e inmundo. A simple vista, el lodo de un pantano o de una ciénaga resulta molesto y antihigiénico. Hay moscas y mil bichos más, huele mal y esto nos repele. Evitamos estar cerca del lodo a como dé lugar porque preferimos algo que ya esté bonito y limpio. Pero es la suciedad lo que sirve como sustrato nutritivo para que un hermoso loto nazca y se convierta en una flor que adorne el universo.

Pero muchos de los que usamos esta metáfora olvidamos algo esencial. Para que nazca un loto se necesita también lo más importante; la semilla misma de la flor.

Aunque tengas el lodo más nutritivo del mundo, si no hay semilla, el lodo solo será lodo y no podrá dar vida a flor alguna.

Si quisieras que el loto naciera de la nada, solo encontrarías frustración, pues se tiene que plantar la semilla y hay que cuidarla para que germine y crezca. Y por si fuera poco, hay que ser pacientes, porque todo el proceso tardará mucho más de lo que imaginas.

Absolutamente todo en esta existencia funciona así. En el Budismo Zen a esto lo conocemos como la Ley de Causa y Efecto.

Nada aparece por generación espontánea, por más que lo desees. Todo lo que existe, ya sea material, energético o mental; es el resultado de miles de factores combinados funcionando al mismo tiempo. Entonces la semilla y el lodo son solo una pequeña parte del loto final.

¿Cómo se traduce esto a nuestra vida humana? Nada es aleatorio o gratis. Y no, el universo no te debe nada. Todo lo que eres, lo que quieres y lo que necesitas, comienza con la semilla adecuada, para luego plantarla, cuidarla y quizá en el futuro puedas sentarte a disfrutar la flor.

El Buda no llegó a la iluminación solo por tener lóbulos grandes y un peinado chistoso. Se iluminó porque sembró y cuidó la semilla de la espiritualidad.

Entonces…

Si quieres tener amor, necesitas sembrar semillas de amor en ti para que germine y seas un ser amoroso.

Si quieres paz y tranquilidad internas, hay que plantar la semilla de una vía espiritual y practicar con disciplina.

Si quieres tocar un instrumento, hablar un nuevo idioma o aprender macramé, tienes que sembrar las semillas correctas.

Si quieres ayuda, tienes que sembrar la semilla de la compasión y la generosidad para que la ayuda llegue a ti.

Si quieres una mejor sociedad, hay que plantar las semillas adecuadas para que en el futuro las cosas salgan como tanto anhelas.

Si quieres un mejor gobierno, no le puedes pedir al lodo que produzca un loto así del aire. Hay que sembrar muchas semillas en ti y en los jóvenes, para que en el futuro nazca la flor que tanto añoras.

Es cierto que sin lodo no hay loto. Esta frase nos enseña a ver con un corazón abierto que las dificultades y el conflicto son necesarias para crecer. Pero también hay que aprender a sembrar, antes de exigir al lodo algo que no puede dar.