El brote epidémico de infecciones por enterovirus, con algunos casos de afectación neurológica, le ha estallado en los morros al recientemente nombrado conseller de Salud del gobierno de Cataluña, Toni Comín. Desafortunadamente le ha estallado por la deplorable estrategia de comunicación que ha convertido el brote epidémico de gastroenteritis en un pánico generalizado con la ayuda de las redes sociales, que la conselleria no ha sido lo suficentemente hábil en actuar para tranquilizar a la población.
Ya hemos dicho en otras ocasiones que las enfermedades infecciosas transmisibles, contagiosas, son, por ese motivo, enfermedades sociales. Hace falta una estructura social para que se transmitan. Pero más aún cuando los modernos medios de comunicación permiten la transmisión de la información sobre casos desde múltiples puntos, especialmente desde la gente corriente. Para cuando la conselleria de Salud catalana ha querido intervenir, habia miles de mensajes entre madres y padres de familias, redes familiares, AMPAS, escuelas y otra gente en un maremagnum de rumores, datos, medias verdades, referencias bibliográficas desordenadas y otras formas de histeria colectiva. Y la decisión adoptada fue la de congelar toda la información y prohibir a todos los sanitarios de los centros donde se habían registrado casos ofrecer información alguna sobre lo que pasaba. Los medios de comunicación profesionales pasaron unas horas enloquecidos intentando recabar información por donde fuera y para cuando se dispuso de infomación “oficial”, los noticiarios y las páginas de los periódicos rebosaban de titulares alarmantes, entrevistas a familiares angustiados y opiniones de tertulianos desinformados, sin que nadie pusiese un mínimo de sentido común en la materia.
A título informativo y, en espera de confirmaciones y la evolución de los acontencimientos, se trata de un brote de infeccion por enterovirus, en el que algunos casos han presentado participación del Sistema Nervioso Central en forma de parálisis flacida y otros síntomas neurológicos. Tal es una complicación conocida de la enterovirasis, especialmente vinculadas a algunas cepas concretas, bien como meningitis linfocitaria o como parálisis flácida, que recuerda la sintomatologia de la poliomielitis, causada asimismo por un enterovirus. Se han registrado medio centenar de casos (para una población de medio millón de niños menores de 6 años), de los cuales una docena y media han requerido su ingreso en Cuidados Intensivos. El caso de un fallecimiento de un niño de 2 años en la población de Reus hace seis semanas, al parecer no está relacionado con el brote epidémico.
Los casos de parálisis flácida, en el estado actual de la casi erradicación de la polio en todo el mundo, ha sido objeto de vigilancia en los últimos tiempos. En 2007 participamos en una encuesta sobre parálisis flácida y en todo el año no registramos ningún caso. La situación ha sido distinta en otros lugares del mundo, desde que en 1962 se detectó el primer brote epidémico atribuible a enterovirus, en el estado de California en los Estados Unidos.
Un brote epidémico, de lo que sea, es preocupante. Pero no necesarimente alarmante y, en todo caso, lo más importante es tranquilizar al población y promover las medidas higiénicas que pueden ayudar a contener el brote. El “tratamiento social” de los procesos epidémicos es tan importante como los recursos epidemiológicos, higiénicos y terapéuticos. A los afectados hay que tratarlos, pero a los demás, que son muchísmos más, hay que ofrecerles información veraz, oportuna y tranquilizadora.
La imagen que proyecta el panel que eligió la conselleria para informar sobre el tema no es precisamente tranquilizadora:
EFE/Marta Pérez (clicar encima para ampliar)
El discurso que oimos, tampoco.
La vida social de los enterovirus y sus brotes epidémicos en las redes sociales es difícil de seguir y mucho más de controlar. Pero la obligación de las autoridades sanitarias es ofrecer en todo momento información veraz, comprensible, moderada, tranquilizante y actualizada. El mejor canal son los medios de comunicación profesionales, con cuya colaboración y, también, profesionalidad, hay que contar. Y no contribuir a la ceremonia de la confusión.
Y, por cierto, se puede aprovechar la crisis como una oportunidad. Una oportunidad para recordar la eficacia de las vacunas que, como la de la polio, nos ha librado de una lacra terrible y, también, para recordar la bondad de las medidas higiénicas de lavado de manos y demás, que son las que mejor contribuyen a controlar la difusión de las enfermedades transmisibles, de enterovirus o de lo que sea.
X. Allué (Editor)