“La vida te da sorpresas”

Por Deboraharevalo @deboraharevalo

En Petare es “la cosa”

Borrar los prejuicios…

Hoy más que nunca, en Venezuela se respiran los contrastes. Es difícil, es un reto escapar a lo que se ha vuelto cotidianidad. Pero no es imposible mantenerse centrado y estar abierto a las lecciones que personas a nuestro alrededor nos brindan. Como dice el refrán: “en donde menos lo esperas, salta la liebre”.

Se me acabó el café

Uno de estos días, me vi en la “necesidad” (está así entre comillas, porque es una sensación aparente y temporal) de buscar café al precio que fuese, donde y a la hora que sea.

Salí de mi casa temprano con la “meta” de regresar con café. Eso ocurrió un jueves cualquiera. Los jueves de un tiempo para acá, tienen otro tinte en mi rutina. Mi número de cédula termina en 7, el jueves es el día indicado por la revolución para que personas cuyos números de cédula terminen en 6 ó 7 puedan comprar productos de la cesta básica.

Así que después de respirar profundo y meditar 10 minutos antes de salir, me dispuse a asistir a una reunión pautada para luego buscar el café requerido por mis neuronas.

Visité cuatro automercados y no había café. Cuando regreso resignada a casa, escucho en el Metro que en Petare había café. Los “bachaqueros” lo vendían a un precio alto, pero había. 

Petare es un lugar caraqueño muy popular, caracterizado por el hacinamiento, un tránsito automotor congestionado e inseguridad. Así que me armé de valor y antes de decidirme a ir, pregunté donde exactamente lo vendían: “los buhoneros que están a la salida de la estación del Metro”. A pesar de todo pensé: “algo bueno va a pasar”.

El “bachaqueo”, es un nuevo oficio muchísimo más rentable que laborar fijo en cualquier lugar. No necesita preparación académica para ejercerlo, sólo tener la “disciplina” de levantarse temprano, saber en qué lugar están vendiendo productos que están escasos y luego revenderlos a más de 10 veces su valor original.

¿Mi salud y alimentación están garantizadas?

La tragedia de los servicios suele ser silenciada por el gobierno y todos sus medios. La crisis hospitalaria y la escasez son invisibles. El gobierno trata de ser discreto ante lo evidente. Hay noticias oficiales y noticias clandestinas. Decir que hay escasez, es clandestino.

Noticias sobre la escasez son comunes en mi familia, mis amigos y redes sociales: “Mi hermana estuvo horas haciendo una larga cola para comprar leche (azúcar, café, detergente, aceite, cualquier producto puede ser) y no consiguió”. “Ruego que quien encuentre Losartan Potásico, antihipertensivo que uso para controlar mi tensión arterial, me diga donde hay”. “Los pacientes trasplantados protestaron en la farmacia de alto costo del IVSS por la escasez de Prednisona y Rapamune”.

La lección de dos petareñas

Mucho has leído en este blog sobre la responsabilidad que tenemos ante la realidad que vemos. Todo es el resultado de nuestros pensamientos, de allí la importancia de cambiar por dentro para ver una sociedad libre de limitaciones. Te recomiendo que leas : “Sentir escasez es miedo, sentir abundancia es amor”.

Vivir ahorita en Venezuela es un reto espiritual constante. Para mi es una oportunidad de poner en práctica todo lo que he escuchado y aprendido en los últimos años. Vivir y trascender una enfermedad también es parte de ese crecimiento interno. Muchos de quienes lo hemos vivido lo sabemos.

No me gusta hablar de política ni de economía. Quiero enfocarme en lo positivo de vivir la vida siempre agradecida. Agradecida por el donante para mi trasplante renal. Agradecida por los médicos, agradecida por los medicamentos y los alimentos que consumo a diario y que me “mantienen” con salud… pero confieso que aquel jueves perdí el equilibrio ¿dónde encuentro alimentos, medicinas, médicos?

Craso error…

No es que no tenga que estar agradecida por todo lo que mencioné. Es que a lo primero que debo agradecer es a mi estado de consciencia. A mi ser interno. Sobre todo a Dios que me permite ver las “cosas” de otra manera. Y que me presenta las personas indicadas que me apoyan en ese despertar de consciencia. Te cuento lo que viví recientemente:

Cuando salí de la estación del Metro de Petare, efectivamente me encontré con un buhonero quien vendía café. Le pregunté a qué precio lo ofrecía y me pareció exorbitante. Le dije con mucha sinceridad “no puedo permitir que me robes así”. Él me contestó: “bueno, levántate temprano y haz tu cola”.

-Chico ¿no me puedes dar un descuento? yo soy el pueblo, igual que tu. -Este es mi trabajo señora. -Te estoy pidiendo una rebaja porque lo que pides no lo tengo en efectivo. -A dos cuadras queda un cajero automático… -Ok voy a ir, pero por favor dame el descuento… -Está bien chica, apúrate.

Me voy caminando (con cierto temor) hasta el cajero. Cuando llego me encuentro con tremenda cola para retirar efectivo. Había personas jóvenes, mayores, gordas, flacas, altas, bajas, muy humildes. En la cola mientras trataba de orar y bendecir al buhonero y a las personas que me acompañaban, escuchaba las conversaciones que giraban en torno al alto costo de la vida y a la escasez. Las mismas de otros lugares con mayores recursos socio-económicos. “Somos Uno” pensé.

No pude evitar meterme en una conversación que mantenía una muchacha como de 23 años de edad con una señora que tenía más o menos 60… “si buscas café, a tres cuadras están vendiendo a tal precio” “no, yo estoy buscando harina de trigo porque hago tortas, de eso vivo”…

Me sorprendía la naturalidad con la que “el soberano” delibera ante un tema tan sensible como la escasez de alimentos… me meto en la conversa y les digo: “¡No puede ser! ¿cómo es posible que ya es normal no conseguir alimentos? ¿ya es un hábito hacer la búsqueda de leche, harina, hasta medicinas?”

Todo es un pensamiento…

Y agrego: “imagínense, desde los 14 años tengo diabetes y es primera vez en mi vida que no la consigo en toda Caracas”.

La muchacha me interrumpe:

-disculpe, pero es que estamos viviendo tiempos en los que tener dinero no sirve de nada, porque no podemos adquirir nada con él, cada vez es más difícil… el dinero no vale nada. Ya verá que lo que vaya a sacar del cajero no le dura un día. Estos son tiempos de revelaciones, somos más que eso.

Sin darme tiempo de reaccionar, la señora me dice:

-es hora de darse cuenta que no necesitamos nada material para vivir. Sólo Dios basta. Te aconsejo que cuando te levantes cada mañana, respires profundo y digas: “estoy sana” “mi mejor medicina es Dios”. Así te irás dando cuenta, si lo haces con fe, que no necesitas insulina ni nada para sanar. Nunca es tarde.

Por un momento pensé “nooo, esta gente es pro-gobierno” pero rapidito me di cuenta de la lección de vida que ambas me estaban dando.

“Sorpresas te da la vida”

Estas personas desconocidas, con quienes aparentemente compartí el deseo común de tener dinero en efectivo, están más claras que yo con lo que estamos viviendo. No sólo en Venezuela, sino en el mundo. Re-crearon mi mente y me dieron una excelente lección “express” de vida.

Lo que yo he demorado años en comprender y poner en práctica, ellas me lo hicieron ver en menos de 10 minutos.

“Lo esencial es invisible a los ojos” Antoine Saint Exupery

Dios a través de ellas me invitó a percibir lo que nos sucede de otra manera. Una manera enriquecedora, práctica y realista de crecer en este mundo que nos toca vivir.

Final del cuento #realidadaparente: Cuando regresé a la estación de El Metro, me conseguí con otra bachaquera que me dejó el café mucho más barato. También tenía papel sanitario… #somosuno #soysana #gracias