Una parte de la solución podría venir de la eugenesia. Así como se abortan los fetos con el síndrome de Down, podrían también abortarse los fetos con el síndrome de la violencia compulsiva, con lo que tanto sus padres como la sociedad saldrían ganando.
Pero de momento estas soluciones eugenésicas no son aplicables y no lo serán hasta que conozcamos mucho mejor el genoma humano y hayamos identificado con seguridad los genes que intervienen en la violencia y su contexto interactivo.
Sabemos lo que es el síndrome de Down (consiste en tener tres cromosomas 21 en vez de los dos habituales), pero no tenemos ni idea de lo que podría ser un presunto síndrome de la violencia compulsiva.
La violencia está modulada químicamente por una serie de moléculas, hormonas y neurotransmisores. También la ingestión de alcohol y otras drogas puede tener un efecto drástico en la desinhibición de la agresividad violenta.
La industria farmacéutica ha desarrollado una serie de fármacos antipsicóticos, como la clozapina, destinados a tratar diversas psicosis, y que podrían modificar la conducta violenta de ciertos individuos. Aunque resultan útiles en la práctica psiquiátrica, no está clara su contribución a la eliminación social de la violencia.
Otras dos importantes vías hacia la reducción de la violencia son el sistema educativo y el sistema penal. La educación tiene una gran influencia en mitigar o exacerbar las tendencias agresivas y violentas que puedan existir en los alumnos.
El sistema penal, formado por las leyes que castigan las conductas violentas, los jueces que las juzgan, los policías y las prisiones, influye en los cálculos y decisiones de los violentos, incrementando o disminuyendo el precio que han de pagar por llevar a cabo determinados actos de violencia.
Cárcel. Un elemento del sistema penal.
En cualquier caso, así como la eventual eugenesia y los psicofármacos actúan sobre la naturaleza biológica del individuo, tanto la educación como el sistema penal son factores puramente culturales, que actúan sobre las ideas, intenciones, planes y cálculos de los humanes.
También la ética y la filosofía en general pueden tener alguna influencia como factores culturales que invitan a los individuos a la reflexión y la racionalidad, lo que puede redundar en un filtrado de los impulsos inmediatos que inhiba los más violentos y libere los constructivos o positivos.
Fuente: La cultura de la libertad (Jesús Mosterín)