Las vitaminas pueden tener un importante papel en la promoción del envejecimiento saludable y de la salud mental
Enero 2012 - Los mayores que tomaron vitamina B12 y suplementos de ácido fólico durante dos años consiguieron mejores resultados en los test de memoria a corto y a largo plazo que los adultos que no tomaron estas vitaminas, según un estudio de la Australian National University, publicado en American Journal of Clinical Nutrition.
Los investigadores pidieron a más de 700 personas con edades entre los 60 y los 74 años, en un esnsayo ciego, que tomaran diariamente una dosis de ácido fólico y de vitamina B12 o en su lugar píldoras de placebo que parecían vitaminas. La dosis de vitamina incluyó 400 microgramos de ácido fólico y 100 microgramos de vitamina B12.
Los participantes en este estudio mostraron síntomas de depresión, pero ninguno había sido diagnosticado con depresión clínica, según los investigadores. Según Walker los mayores con síntomas de depresión eran una importante cohorte a la que dirigirse, dada la evidencia de que la depresión en la última etapa de la vida estaba asociada con un mayor riesgo de daño cognitivo.
Tras 12 meses, parecía no haber diferencias entre los grupos en cuanto a la puntuación en los test mentales, incluidos el de memoria, atención y velocidad. Sin embargo, después de dos años, aquellas personas que tomaron vitaminas mostraron una mayor, aunque modesta, mejora en sus puntuaciones en las tareas de memoria.
Por ejemplo, en un test de memoria a corto plazo, aquellas personas que tomaron placebo mejoraron sus puntuaciones del 5,2 al 5,5 durante dos años. Aquellos que tomaron vitaminas aumentaron sus puntuaciones en el test de 5,16 a 5,6.
No está claro aún cómo tomar vitaminas puede actuar a la hora de activar el funcionamiento cerebral y no todos los estudios están de acuerdo con sus beneficios.
Una hipótesis es que las vitaminas reducen los niveles homocistenia, vinculada a la enfermedad cardiovascular y a una función cognitiva pobre. La idea es que reducir la homocisteína podría, quizá, reducir el riesgo cardiovascular y a su vez a afectar al funcionamiento mental.
Para Joshua Miller, profesor en la University of California, un pequeño incremento de la función cognitiva puede tener muchas consecuencias reales en el funcionamiento de la población global y en los costes de los cuidados de salud,. No obstante, será necesario realizar más test, en otros grupos de pacientes.
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