Deambulando por la calle dimos con este llamativo letrero.
Es frecuente que asumamos que "escuchar la voz de Dios" es signo de patología psiquiátrica incuestionable. Pero es realmente mediante la búsqueda de unidad clínica (es decir, si hay otros síntomas evidentes de psicosis) que podemos llegar a colegir tal diagnóstico.
No advertimos que el conjunto de pacientes que llegan al psiquiatra distan mucho del grupo de aquellos que reciben atención con su médico de cabecera (atención primaria) y mucho más aún de aquellas personas que no buscan nunca atención clínica.
De hecho, aunque en nuestro medio son casi desconocidos, en varias latitudes, hay asociaciones y colectivos de personas que experimentan fenómenos alucinatorios y se congregan para compartir sus vivencias más allá de los estándares usuales de los criterios psiquiátricos medicalizados (una de las asociaciones de diseminación internacional en este tenor y de las más acreditadas es Hearing Voices Movement).
El bagaje y acervo cultural de las "voces" se pierde con la medicalización de las alucinaciones en el siglo XVIII (léase la Historia de los Síntomas de los Trastornos Mentales, de Berríos). de hecho, según el mismo autor, la idea de que las alucinaciones representan un síntoma común a varias enfermedades es una invención del siglo XIX.
Y así, en la actualidad, equivocadamente se asume correcta la ecuación: alucinaciones = enfermedad mental grave; alucinaciones = psicosis. Ignoramos lo que un texto elemental de psicopatología advierte: “Existe una idea equivocada y generalizada de que “oír voces” supone necesariamente tener alucinaciones auditivas y que esto, a su vez, supone, una enfermedad mental grave como esquizofrenia.Esta noción es simplista: las personas sanas y aquellas sin psicosis describen y no infrecuentemente el “oír voces.””
Por no decir nada de las delusiones místicas. Ubíquese alguna clasificación de delusiones extravagantes y no extravagantes y véase si en ella se mencionan a las delusiones místicas. Usualmente no. Solo se colige que son patológicas en función de la unidad clínica: es decir, del resto de los síntomas. (A veces, en broma decimos al respecto a los estudiantes, que la segunda venida de Cristo a la tierra tendrá que ser entre nubes de gloria y trompetas de arcángeles porque si un carpintero desharrapado y barbudo llega a un consultorio psiquiátrico afirmando ser hijo de Dios, seguramente será inmediatamente inyectado con haloperidol, sino además amarrado y aislado).
No nos animamos a tocar en la puerta do el letrero arriba fotografiado lucía. Aunque uno de estos días...
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ENLACES:
- Escuchando Voces (vía Primera Vocal), en el blog Postpsiquiatría.
- Miranda Bastidas CA. Vigencia del delirio místico en la semiología contemporánea. Rev Colomb Psiquiatr. 2004; 33: 172-181.
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