Coges el lápiz, un par de trazos sin intención pero que despiertan una idea que va cogiendo forma. No hay plazos, ni directrices que seguir, sólo dejarse llevar y disfrutar viendo cómo van saliendo las figuras y formas… el resultado final, en este caso, es lo de menos. De hecho, ni siquiera hace falta terminarlo porque ya ha cumplido su función que era evitar quedar atrapado en la lobotomizante programación televisiva.
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