Observar imágenes de Sergio Larraín es como sumergirte en un excepcional e irrepetible manual de fotografía. A veces cuando ojeo sus fotografías en los pocos libros que tengo del fotógrafo chileno, aprendo algo nuevo en composición o redescubro un plano inesperado, o unas formas geométricas en simetría, o unas inesperadas diagonales que antes no había visto. Siempre me sorprende. Eso tienen “los buenos” fotógrafos.Larraín tenía la rara habilidad de realizar encuadres (entre documental y artístico: perspectivas, enfoques y planos) que se quedan grabados en tu imaginación visual y cuando deambulas por la calle haciendo fotos, te acuerdas de ellas. Se te disparan en tu mente como espejismos y, desde mi punto de vista, te ayudan muchas veces a entender y resolver las efímeras escenas urbanas.
(c) Sergio Larraín. Pisac, Perú, 1960
Un plano inesperado que Larraín supo hacer suyo en varios de sus trabajos fotográficos más importantes, es “la mirada de hormiga”, más conocida como plano a ras del suelo.(c) Sergio Larraín. Roma, 1959
Si el plano contrapicado enaltece a los personajes retratados; “el plano a ras del suelo” empequeñece al fotógrafo, lo pone a la misma ubicuidad que una hormiga. Sin embargo, esta mirada desde abajo conlleva tantas connotaciones simbólicas como interpretaciones. Y por ello, no dejan de sorprender.(c) Sergio Larrain. Londres, 1958
“Uno se demora mucho en ver – escribió Larraín en una carta a su sobrino que le pedía consejos a principios de los ’80 del siglo pasado- Pero poco a poco se te va entregando el secreto y vas viendo lo que es bueno, y la profundidad de las cosas”.
(c) Sergio Larraín. Paris, 1959
Hasta pronto!
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