Y hace bien poco sucedió Lars Gustafsson. Le he conocido dos meses después de que muriera y casi de inmediato, tras leer su Muerte de un apicultor (Nórdicalibros, Madrid, 2016, pero escrita en 1978 y no en 2016... -en traducción excelente de Jesús Pardo-), tuve la sensación de que éramos amigos desde hacía muchos años, desde siempre vaya... Su reflexión sobre cómo vivimos y nos conocemos, sobre cómo nos relacionamos con la naturaleza que nos rodea para conocernos de otra manera (quizá mejor), es hermosa, no muestra gestos supérfluos, es esencial y precisa. Forma parte ya de los libros que no abandonarán mi mesita de noche.
En su página 167 escribe: "en el fondo de cada ser humano se encuentra un enigma negro como la noche. La pupila oscura no es otra cosa que la noche vacía de estrellas, la oscuridad profunda en el fondo del ojo no es otra cosa que la oscuridad del universo mismo". Éste es el espíritu con el que siempre he ido y he estado en Mallorca. No hace falta viajar lejos para ver todo y para verte mejor. No es necesario hacer muchas cosas ni conocer a mucha gente. En realidad, no hace falta otra cosa que entender que en tu interior vive el secreto del universo y que tus ojos son las estrellas que te conectan con esa oscuridad, que es todo. Incluso a veces, da igual si están abiertos o cerrados. Para comprender, hay que viajar a lo más profundo de tu ser, que es la esencia del universo. Hay que mirar con atención y sin prisas qué sucede cerca y dentro de ti: entonces, los "secretos" del universo serán los tuyos. Su oscuridad, sus luces y acontecimientos, también. Nosotros, como cada año, lo hacemos en Mallorca durante unos días, que sirven para mucho. Nos vamos porque volvemos.
Nos vemos: ¡que ustedes lo pasen bien!