Las abubillas protegen a sus futuras crías con “champú” de acicalamiento

Por David Talens Perales @biogenmol
Si sois aficionados a observar aves, o tenéis algún canario, diamante mandarín, etc en casa, os daréis cuenta que pasan el día acicalando sus plumas con el pico, ordenándolas, separandolas...vamos como si nos estuviesemos nosotros peinando todo el día. Si os fijáis siempre repiten los mismos movimientos y en uno de ellos se buscan, como en la espalda, un punto en el que están allí entretenidos y luego de vuelta a las plumas. Cuando hacen esto están impregnando el pico con aceite y grasa que segrega la glándula  uropígea. No obstante en el caso de las abubillas parece que esta grasilla va acompañada de algo más y puede servir para proteger a sus polluelos antes de salir del cascarón.

Investigadores de la Universidad de Granada han descubierto que cuando las abubillas recubren sus huevos con esta substancia los están protegiendo frente a otras bacterias perjudiciales. Además de grasa, en la secreción de la glándula se encuentran bacterias que viven de forma simbionte (al igual que nuestra microbiota intestinal), sobre todo del género Estreptococcus. Como otras bacterias, los estreptococos son capaces de secretar unas sustancias llamadas bacteriocinas que evitan el crecimiento de otras bacterias evitando así tener competencia por sus nutrientes. En este caso, la abubilla, al recubrir el huevo con esta sustancia, está favoreciendo la viabilidad del huevo evitando que se instauren especies patógenas. Se ha comprobado como al impedir el acceso de las madres a esta glándula durante la cría se disminuye la viabilidad del huevo y aumenta el número de patógenos. Pero además esta relación bacteria/pájaro parece tan estrecha que los huevos de las abubillas presentan una serie de microcavidades en que favorecen la deposición de dichas bacterias. Estaríamos por tanto hablando de que la estrategia reproductora ha evolucionado estrechamente ligada al uso de bacterias que pueden resultarle beneficiosas por la producción de sustancias antimicrobianas, que son  cultivadas en la glándula uropígea y que las aplican sobre unos huevos que están especialmente preparados para retenerlas.
¿No os recuerda a nada? Los humanos a través del calostro de la madre, durante la etapa de lactancia, aportan las primeras bacterias que van a colonizar el instestino impidiendo la implantación de los patógenos. 
Siempre me ha llamado la atención esta especie, y si cabe ahora todavía más, a ver si en un futuro forma parte de nuestra sección Fotonatura. 
Mutualism between hoopoes and bacteria from Journal of Animal Ecology on Vimeo.Special structures of hoopoe eggshells enhance the adhesion of symbiont-carrying uropygial secretion that increase hatching success
 Manuel Martín-Vivaldi, Juan J. Soler, Juan M. Peralta-Sánchez, Laura Arco. Antonio M. Martín-Platero, Manuel Martínez-Bueno, Magdalena Ruiz-Rodríguez and Eva Valdivia.  Journal of Animal Ecology 2014 DOI: 10.1111/1365-2656.12243.