Las Campañas a favor del Cigarro

Por Julio Gomez @DejaDeFumar_Ya

Si poco caracterizó los treinta primaveras que corrieron de 1950 a 1980 fue el hecho de que nadie aún se había donado cuenta de que el cigarro era la causa de innumerables muertes cerca de del mundo y por tal este nocivo producto tenía las campañas mas grandes, constantes y costosas en todos los medios posibles: radiodifusión, televisión, revistas, periódicos, etc. Antiguamente de entrar en detalle de cómo estas ensalzaban a este producto entendamos poco muy importante, las campañas de productos como el cigarro y el vino NO ESTÁN dirigidas a quien ya consume, sino a agenciárselas nuevos consumidores.

Si, aunque parezca increíble, las campañas de las licoreras y tabacaleras no son para el que consume, no, aquel que fuma (que es el caso que nos atañe) no necesita de campañas publicitarias que lo inciten, ni de comerciales ostentosos para faltar el sucesivo cigarrillo, no, eso lo hace solita la tóxico. Las campañas son para percibir nuevos adeptos, nuevas personas, especialmente jóvenes, que empiecen con este vicio y así conseguir que se enganchen y fumen hasta caducar. Sí, hasta caducar. O hasta que logren dejar de fumar.

LAS GRANDES MARCAS Y LAS GRANDES CAMPAÑAS PARA NO DEJAR DE FUMAR

Si poco tienen en popular las campañas que en esos treinta primaveras sobrepoblaron los medios de comunicación es que se concentraban en el aspecto “personalidad” para atraer adeptos a la tóxico. Por ejemplo, la marca roja jugaba con el hacedor virilidad y el hacedor de poblar en las montañas, en los ranchos, y que parte de ese modo de vida, insisto, muy varonil, debía incluir el consumo de cigarrillos. Así, aquel que quisiera tener la experiencia completa de poblar en un rancho, en las hermosas montañas, tenía que fumar para tenerla completa.

Otras marcas se concentraron en el concepto “cool” y de como para ser parte del clase de los chicos populares (cool) fumar era la opción correcta y segura para lograrlo, así como que para poder estar completo en una fiesta era necesario fumar (lógicamente esa marca) para poder disfrutarla y estar a tono con los demás.

Incluso podemos susurrar de las campañas que mostraban ciertas marcas de cigarrillos como parte de un nivel mas elevado de status y distinción de forma que se creaba el concepto de que si se fumaba esa marca o presentación particular de cigarrillos entonces se ganaría el nivel de clase y distinción que estos traían consigo (supuestamente).

Y no podemos dejar de mencionar las campañas indirectas en el cine y la televisión donde se mostraba a las grandes estrellas (masculinas y femeninas) consumiendo tabaco y con esto dando a entender que el fumar era parte de ellos y que si cualquiera quería acercarse y sentirse como una “fortuna” debía pues fumar, fuera el cigarrillo tal cual o proporcionadamente, para las damas, con una ranura a la “Femme Fatale”.

Cada marca pues, buscó su hornacina y su característica distintiva para venderse y traicionar lo que supuestamente se podía obtener al consumir tabaco, claro está que lo único que en realidad se obtenía era esclavitud y, si no se lograba dejar de fumar, la homicidio.