Se estima que más de la mitad de los menores de 16 años han padecido o padecen una o varias caries en alguna de sus dientes, lo que sitúa a estas pequeñas perforaciones dentales entre los trastornos más comunes entre niños y adolescentes.
En concreto, se conoce como caries al daño producido sobre la superficie del diente por los acidos generados por las bacterias procedentes de gran cantidad de alimentos como dulces o carbohidratos. Por lo general, suele asociarse la aparición de la caries con aquellos alimentos ricos en azúcares o almidón, debido a la presencia de ácidos que favorecen la creación de la placa que, posteriormente, deriva en caries.
A pesar de que la caries no presenta ningún tipo de síntoma especialmente molesto (ya que no produce dolor ni irritación alguna), una perforación pronunciada puede terminar por hacernos perder dicha pieza dental por completo. Por este motivo, se recomienda seguir una serie de pautas que no sólo pueden evitar su aparición, sino que pueden ayudarnos a frenar su avance una vez aparecida la perforación.
En primer lugar, una buena higiene bucodental resulta clave a la hora de evitar la aparición de caries, por lo que no debemos olvidar lavarnos los dientes, como mínimo, tres veces al día y procurando que no hayan transcurrido más de 20 minutos desde la finalización de la comida, así como procurar realizar enjuagues de flúor periódicamente o bien adquirir una crema dental enriquecida con dicho componente.
Una vez aparecida la caries, un simple examen dental puede ayudarnos a detectarla antes incluso de que sea perceptible al ojo humano, lo que nos ayudará a ponerle freno antes de que pueda dañar irreparablemente el esmalte de nuestros dientes. De hecho, nuestro dentista u odontólogo puede proponernos soluciones como los sellantes dentales o las resinas que pueden ayudar a frenar la caries, aunque no resultan fácilmente aplicables en todos los casos.