Un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de San
Diego, que estudiaba imágenes de resonancia magnética de cerebros de niños en
edad escolar, descubrió patrones de comunicación neuronal que involucran a la
amígdala que es la responsable del procesamiento de la información social. En los niños
con TEA, las conexiones de la amígdala con otras partes del cerebro demostraron
ser más débiles en algunas regiones, y más fuertes en otras, en comparación con
los niños con el desarrollo típico de la misma edad. La región del cerebro que
mostró diferencias marcadas en conexión con la amígdala fue la corteza
occipital, ubicada en la parte posterior del cerebro, involucrada en la
codificación de las expresiones faciales, la mirada y otras señales faciales. Los
hallazgos apuntan a posibles "marcadores" cerebrales para los
trastornos del espectro autista que caracterizan aún más la condición en términos
biológicos y no solos de comportamiento. Los resultados se basaron en imágenes
cerebrales de resonancia magnética que revelaron conexiones más débiles entre
la amígdala y la corteza occipital y además, mostraron que el fortalecimiento
esperado de las conexiones entre la amígdala y la corteza frontal que tiene
lugar durante la adolescencia en los jóvenes con desarrollo típico estuvo
totalmente ausente en los participantes con TEA. La comprensión de la biología
detrás de los TEA permitirá tomar decisiones clínicas mejoradas relacionadas
con el diagnóstico o pronóstico y posiblemente a intervenciones más específicas
y enfocadas en circuitos cerebrales basados en el nivel de conexiones
cerebrales únicas identificadas en el cerebro. La Investigación fue publicada
en la Revista Americana de Psiquiatría.