Las conductas disruptivas y su influencia en el aprendizaje y en la convivencia escolar inclusiva.

Por Jorge Prioretti @priotty

La convivencia forma parte imprescindible del proceso de enseñanza y aprendizaje en el aula. La formación integral de los educandos no sólo abarca el desarrollo de las capacidades intelectuales sino también en el fomento de las capacidades socioemocionales. Por tanto, junto a la necesidad de adquirir conocimientos instrumentales, habilidades cognitivas, artísticas o afectivas, se presenta la educación en valores y se establece, igualmente, al mismo nivel. La educación en valores se debe incluir, por un lado, en el proyecto educativo de la escuela y se abordará desde la práctica docente cotidiana de todas las áreas y asignaturas, favoreciendo que los educandos aprendan por sí mismos a convivir como ciudadanos críticos, libres, justos y solidarios.

En la escuela aparecen conflictos entre los educandos y en la relación de los educandos con sus profesores.

  • Hay educandos agresivos que utilizan la violencia o la amenaza para resolver sus problemas,
  • hay educandos pasivos, inhibidos que no saben o no se atreven a enfrentarse a sus dificultades;
  • hay profesores que no establecen una relación personal con el educando afectiva, positiva y justa;
  • hay otros olvidados y rechazados por el resto de compañeros,
  • hay rechazo de unos hacia otros por cuestiones sociales, económicas, religiosas, culturales o raciales.

Por todo esto, las conductas disruptivas perjudican al logro de una educación inclusiva.

Aprender a convivir tiene, en primer lugar, una componente emocional y afectiva y, en segundo lugar, un factor moral y ético; por ello, se debe procurar que el aprendizaje de la convivencia escolar es organizar de manera solidaria, agradable y justa las relaciones interpersonales de la vida en el aula y la preparación del educando para poder ejercerla en otros contextos sociales. Sin embargo, entender y comprender dicha preparación es también consecuencia de asumir actitudes y modos de comportamiento aceptables.

La escuela es donde se aprende a practicar la democracia aceptando y respetando las diferencias individuales no permitiendo ni la exclusión, ni el maltrato, ni las faltas de respeto o indisciplina. Es decir, la escuela es donde se aprende a ser ciudadano, donde podemos aprender a enfrentarnos a los conflictos basándonos en el diálogo y en la resolución directa y pacífica de los mismos. De esta manera, aprender a convivir debe convertirse en la materia transversal y global sobre la que se realiza todo el proceso de enseñanza y aprendizaje escolar preparándolo para una vida social de convivencia y para la resolución de conflictos sin violencia. Se trata, de respetar las características individuales de cada persona, sin exclusión o el maltrato entre compañeros.

El clima de aula es el factor determinante para la mejora y permanencia de la convivencia.

Sentirse el estudiante parte del grupo en el aula construyendo la clase como grupo a través de una mentalidad democrática donde se enseñe a los educandos a reconocer los derechos y deberes propios y los de los demás, el asumir y respetar las normas comunes.

Para ello, como educadores, debemos plantear los conflictos en positivo, es decir, no se trata tanto de qué hacemos para enfrentarnos a los casos de conductas disruptivas o de violencia en el aula, sino de qué hacemos para convertir nuestros centros en espacios adecuados para el aprendizaje de la convivencia en el marco de una democracia. Así, por ejemplo, cuando los errores que cometen los educandos no se perciban solo como fallos sino verlos como componentes normales del propio proceso de aprendizaje.

Las competencias sociales y conductas disruptivas.

La competencia social supone la aceptación de los otros aunque tengan puntos de vista diferentes a los propios, la percepción de autoestima, en definitiva, el bienestar de la persona. Desde esta perspectiva, se considera que una persona es socialmente competente cuando es capaz de identificar y definir sus problemas, de reflexionar acerca de las posibles alternativas de las que dispone para solucionarlos. Para desarrollar con eficacia esta tarea es necesario poseer y desarrollar la capacidad de confiar en los demás, la habilidad para ejercer nuevos papeles y adecuar los comportamientos y actitudes a distintos contextos, o la capacidad de mostrarse sensible y empático con los demás (Inteligencia emocional). Así como los profesores son los que trasmiten a sus educandos nuevos conocimientos, procedimientos y estrategias, igualmente la enseñanza y el aprendizaje de otros contenidos como las actitudes y valores suponen una atención consciente por parte de los profesores. El control sobre nuestros propios mecanismos no-verbales de comunicación en nuestro rol docente (miradas, gestos, expresiones corporales, entre otros) manifiesta nuestros valores y actitudes, el alumnado va elaborando, construyendo e interiorizando esos esquemas de actuación. Sin embargo, estos esquemas de actuación poseen dos vertientes:

  • El profesorado condiciona los procesos de aprendizaje del alumnado y las relaciones entre ellos; sin embargo, además,
  • es el propio grupo de educandos los que forman y fomentan unas condiciones organizativas y relacionales que escapan al control del profesor.

Por tanto, el grupo de iguales ejerce un gran poder social sobre los sujetos de forma individual, de manera que se genera una microcultura de valores y normas de convivencia que son respetadas y asumidas por todos y cada uno de ellos. Las interpretaciones de esta " cultura de adolescentes " justifica la necesidad que tienen de afirmar su propia identidad personal que trasciende su propia decisión individual y sentirse reafirmados grupalmente.

Con respecto a esto último, nos preguntamos ¿Por qué las conductas disruptivas tienden a imitarse? ¿Por qué muchos se sienten atraídos a imitar estas conductas de otros compañeros conflictivos? El adolescente en su necesidad de reafirmar su personalidad y manifestar que el mismo ya no es un niño y de sentirse que ya es un adulto busca reafirmase como tal y tiende a desafiar las normas. Las normas, de alguna manera, llevan a cumplir y obedecer lo que los adultos consideran como comportamientos correctos. Al desafiarlas busco reafirmar mi personalidad y ser yo mismo el que critica y opta como corresponde actuar. Ahora bien, ¿Con quién se atreve el adolescente en ese desafío? Con los adultos que muestran poca seguridad y poca personalidad. ¿Y con sus iguales? Con aquellos que poseen poca autoestima y sumisos (Bullying). Ahora bien, este tipo de conductas son atractivas para imitar, para muchos, pues creen que al imitarlas logran esa reafirmación tan valorada en esta edad. Esta explicación corresponde a lo normal y propio de la edad adolescente y que como tal también la poseen los mamíferos (aunque personas también los somos): desafiar al igual o al adulto más débil para mostrar mi madurez insipiente.

Por supuesto, hay otras causas que no son propias de la edad:

    Factores externos a la escuela:
  • Personales: temperamento difícil, neuroticismo y extraversión, impulsividad, búsqueda de sensaciones, inestabilidad afectiva, cognitivas (dificultad en la solución de problemas, baja capacidad verbal, atribuciones y distorsiones cognitivas), dificultades en las habilidades socialesy pobre empatía, baja autoestima, bajo rendimiento escolar y otros trastornos asociados (déficit de atención, trastorno de autocontrol de impulsos, etc.).
  • Familiares: Los factores familiares influyen fuertemente en el mantenimiento de los trastornos graves del comportamiento. La familia es el grupo de referencia, por excelencia, para el niño y donde se transmiten las normas, valores, actitudes y conductas. Algunas de las variables que se pueden incluir aquí son las siguientes: psicopatología de los padres (alcoholismo, drogadicción, conducta antisocial, depresión de la madre), familias desestructuradas (pérdida de uno de los padres, conflictos graves de pareja), estilos educativos (falta de supervisión, utilización excesiva de medios punitivos, mala calidad de las relaciones).
  • Sociales: Aumento de la intolerancia, que los medios de comunicación nos muestran y el que vivimos personalmente, un mundo cada vez más heterogéneo y diverso en el que la tolerancia no tiene cabida. Los niños tienden a imitar este tipo de conductas.
    Factores internos a la escuela:
  • Docente: a carencias en el planteamiento didáctico, la gestión del aula y el tipo de actividades, el aburrimiento y la desmotivación o la heterogeneidad del aula.
  • Organización del centro: Esta causa está relacionada con el contexto social. Así, también el ambiente del centro, el tipo de alumnado que posea, así como el profesorado, etc. configurarán las características del centro escolar.

Es importante considerar que para su solución no se adquieren exclusivamente mediante el currículo formal sino que va a ser necesario aunar todas las experiencias educativas y todos los aprendizajes que realicen los educandos tanto "formales" como "informales". Por tanto, es necesario señalar la importancia de las pautas de organización del centro escolar, del aula y de otros tipos de espacios educativos ( no solo en el aula se aprende), proporcionando un entorno de crecimiento y desarrollo personal.

Factores que inciden en las interacciones entre educandos y adaptación al contexto aula.

Factores relativos al educando. Las competencias sociales del estudiante resultan ser un factor determinante del proceso de aprendizaje y estas poseen las siguientes variables: las habilidades sociales, el mantenimiento de las relaciones interpersonales y la habilidad para resolver problemas sociales. Estas variables vienen a arraigar la adaptación a la escuela y previene manifestaciones peligrosas como el riesgo de comportamientos disruptivos (peleas y agresiones en el centro escolar); riesgos asociados a conflictos de violencia, racismo, intolerancia, etc. Podríamos señalar que el éxito o fracaso en la competencia social de los adolescentes conlleva variables actitudinales y cognitivas que actúan inhibiendo, facilitando o destruyendo las relaciones sociales.

Factores relativos al profesor. La participación del profesor en la adaptación del educando puede producirse por el tipo de interacción existente entre el profesor y el educando que se constituye como el principal factor para que el resto de los educandos compañeros establezcan a partir de estas manifestaciones argumentos de aceptación o rechazo. Esto significa que los profesores que llevan a cabo valoraciones negativas de los educandos referente a expectativas de éxito escolar y cooperación en clase, éstos son más frecuentemente rechazados que aquellos que no sufren problemas de repulsión. Las expectativas de los profesores hacia sus educandos se manifiestan claramente a través de sus expresiones verbales pero, muy especialmente, a través de sus mecanismos no-verbales como los gestos, el manejo del tiempo de espera cuando les preguntan. La influencia del profesor en el comportamiento de los educandos (Cuadrado y Fernández, 2007; 2008) determinan que cuando el profesor se esfuerza por interactuar positivamente con sus educandos, se observa esta actitud en un comportamiento de proximidad ofreciendo una atención individualizada, confianza y respeto. Este acercamiento provoca una mejora en el rendimiento académico de los estudiantes y una disminución de comportamientos agresivos. Por el contrario, el distanciamiento y la frialdad del docente llevan aparejado un comportamiento irrespetuoso y desatención hacia sus estudiantes, recibiendo menos elogios y más críticas por parte del profesor aspecto que fomentan en ellos la agresividad.

La mejor respuesta a la disrupción parece ser que es la que dan aquellos profesores que no muestran sobreenfado ni confusión, pero que tampoco ignoran la prueba a la que están siendo sometidos, y saben responder de forma serena y asertiva a la misma.

Ante la disrupción, es aconsejable no centrarse en ella, sino plantear alternativas centrando la atención en la tarea. El profesor eficaz, ante la disrupción, la atiende (no la soslaya), pero no reacciona de forma desproporcionada. Evita que el conflicto "escale" y se agrande.

Como norma general, el profesor debe intentar no alterarse, no interpretar los comportamientos disruptivos como agresiones a su persona.

Si los comportamientos no hacen imposible seguir con el proceso de enseñanza-aprendizaje, se deben ignorar. En cambio ante incumplimiento de normas no se debe hacer caso omiso, porque se daría a entender que las normas a veces se pueden incumplir, con lo que restaríamos consistencia a la normativa.

La conducta del profesor tiene que tener consistencia y predictibilidad, así el docente se va haciendo "fiable" para los educandos. Es importante ser sistemático, con las normas, evaluación diaria, plazos de entrega de trabajos, etc.

Las expectativas y predisposición del profesor hacia los educandos (efecto Pigmalión) juegan un papel importante en los comportamientos del alumnado: los educandos intentan responder a las expectativas del profesorado, tanto si son positivas, como negativas. De ahí que el profesorado deba evitar "etiquetas" o "generalizaciones excesivas" ("eres un vago", "siempre estás haciendo el payaso", "nunca acabas las tareas"...), sustituyéndolas por descripciones de las conductas ("no has traído los dos últimos trabajos", "deja ahora las bromas y empieza con el trabajo", "esta tarea está sin terminar"...)

Factores relativos a los compañeros. El grupo de compañeros ejerce una influencia significativa:

  1. En el aprendizaje de actitudes, valores y referencias del mundo que les rodea.
  2. En la percepción y comprensión del punto de vista del otro.
  3. En la formación de la identidad personal del educando.
  4. En la adquisición de habilidades sociales.
  5. En el control de los impulsos agresivos, favoreciendo la adquisición de mecanismos reguladores de la conducta agresiva.
  6. En la identidad sexual.
  7. En la adquisición de comportamientos adictivos (drogas, alcohol, otras sustancias y conductas de riesgo).
  8. En las metas y logros académicos.
  9. En la consideración de los compañeros como importantes fuentes de apoyo.
  10. En la capacidad para desenvolverse con éxito dentro del grupo de iguales.

Las explicaciones básicas sobre la motivación que lleva a los adolescentes a buscar a sus iguales y a comprender el porqué de estas relaciones se podría señalar los siguientes motivos:

  1. Deseo de competencia. Se trata de la necesidad de logro, eficacia y destreza, con el fin de ser considerado importante por los compañeros.
  2. Deseo de afiliación. Conlleva la urgencia de sentir la sensación de ser aceptado y querido por el grupo.
  3. Deseo de poder. A veces se lleva el deseo de dominio y sumisión interpersonal como capacidad efectiva de controlar a otras personas. Está relacionado con la necesidad de una vivencia de seguridad.

La integración social en los grupos de adolescentes no depende exclusivamente de factores personales y habilidades sociales individuales de los estudiantes; existe una microcultura estructurada por un marco de normas, creencias y hábitos de comportamiento que apuntan hacia donde reside esa necesidad de integración satisfactoria para los individuos que se encuentran dentro. Por todo ello, el educando se irá adaptando al grupo de iguales a medida que vaya adquiriendo e integrando las normas y valores del grupo de compañeros. Tenemos indicios de que hay educandos que presentan dificultades para hacer y mantener amigos, por diversas razones. El no tener amigos o fracasar en ese empeño provoca en ocasiones sentimientos de inseguridad afectando a su autoestima y viéndose a sí mismo como un sujeto con escasa competencia social y limitada valía. Por esto, es importante educar a los educandos en ser asertivo ( Asertividad y resiliencia en la educación) y como mejorar sus autoestima ( La baja autoestima infantil y el refuerzo positivo, ¿Cómo mejorar la autoestima de mi hijo? 5 prácticos consejos que debes seguir, La importancia de la autoestima en educación)

Factores relativos al entorno físico o medio ambiente del aula. El comportamiento humano no se puede entender y predecir plenamente hasta tanto que el conocimiento del ambiente, contexto y papel que representa sea colocado conjuntamente con el actuar y el comunicarse de la persona. En este sentido y desde el concepto de "interactividad" no podemos entender lo que hace o dice una persona, si al mismo tiempo no se conoce lo que están haciendo o diciendo las restantes que se encuentran en el mismo espacio físico. La organización tradicional de nuestras aulas, con los pupitres perfectamente alineados frente a la mesa del profesor dificulta la interacción entre los compañeros. El aula, no sólo es una estructura arquitectónica con mesas y sillas sino como un medio facilitador o inhibidor de las interacciones comunicativas y de relaciones que allí tienen lugar entre profesor y educandos y educandos entre sí. (Ver 9 Distribuciones del aula para una nueva educación)

Prevención de los comportamientos disruptivos.

  • En cuanto a los contenidos, intentando hacerlos significativos, conectarlos con los conocimientos previos del alumnado, y con temas de su interés o con su realidad (o con la actualidad), mostrar su utilidad, aspectos curiosos...
  • En cuanto a la metodología y las actividades:
    • utilizar métodos variados (aprendizaje cooperativo)
    • preparar actividades variadas y que les sean comprensibles (en ocasiones habrá que "desmenuzarles las actividades" para que comprendan bien qué tienen que hacer).
    • tener preparados materiales y actividades para "atender a la diversidad": ejercicios adicionales para los más rápidos, fichas de trabajo de menos nivel.
    • planificar bien los agrupamiento de los estudiantes: parejas, pequeños grupos, donde estén juntos estudiantes de diferentes capacidades para una tarea.
Bibliografía:
    La gestión de la disciplina y su influencia en el bienestar emocional y competencia social en el alumnado - http://bit.ly/2tScm3j