Las diversas simetrías en el Arte, sus desigualdades, sus semejanzas y sus matices.

Por Artepoesia

El dieciocho de marzo de 1990 varios hombres vestidos con uniforme de la policía consiguieron robar de un museo de Boston trece valiosas pinturas de grandes artistas de la historia. El Isabella Stewart Gardner Museum sería creado por esta gran aficionada y coleccionista del siglo XIX norteamericano. Dedicaría gran parte de su fortuna a adquirir en Europa obras de Rembrandt, de Vermeer, de Degas, etc... Y, en su propia mansión, acabaría creando uno de los más importantes museos del continente. Fue el más importante robo de obras llevado a cabo en los Estados Unidos en toda su historia. A día de hoy, siguen todas desaparecidas.
Una de ellas, Tormenta en el mar de Galilea, es una elaboradísima y original creación del gran Rembrandt. Su composición centrada e inclinada, formando así una de las diagonales más espléndidas del Arte, conseguirá hacernos elevar ahora la vista desde las figuras que luchan contra las olas, dirigirlas luego por el mástil divisor de los dos triángulos compositivos de la obra, hasta alcanzar ya la bandera oscurecida de la punta. ¡Qué grandeza de composición! ¡Qué belleza sugerida! Qué maravilloso artificio -el mástil divisor- para separar así dos semblantes iconográficos: la mitad izquierda o amenazada, donde las aguas bravas y el viento feroz se manifestarán peligrosamente; y la otra mitad, donde ahora la figura serena de Jesús coronará así la calma de ese lado, menos brioso e iluminado. 
Pero, siglos después, otro pintor creará una obra con parecido alarde. El creador sueco -impresionista- Anders Zorn (1860-1920) realizaría en 1904 su obra El violinista. Aquí la composición básica mostrará dos triángulos rectángulos, donde la hipotenusa ahora será la vara del arco del violín escorzado. Como en la anterior obra maestra de Rembrandt, donde la barca atormentada se verá también en escorzo. Varias semejanzas creativas, compositivas y artísticas entre las dos obras. ¿Las únicas? No, habrá otra, esta del todo diferente. Porque esta obra impresionista de Zorn también sería robada. Fue sustraída de la Galería Thielska de Estocolmo un veinte de junio del año 2000.
Cuando Cézanne quiso encontrar su destino artístico, del cual dependería después casi todo el Arte moderno, se obsesionaría con las figuras de los bañistas. Nacido en la cálida costa azul francesa, la población mediterránea donde nació, Aix-en-Provence,  le ofrecería el decorado perfecto para crear su fantasía transgresora. Crearía ya, años antes, varias obras de esta misma temática bañista. Volvería a crearlas, luego, marcando ahora una genial diferencia con el impresionismo triunfante, para él demasiado convencional. ¿Cómo conseguir ese impacto que el buscaría diferente al impresionismo, esa solidez que, ahora, desearía eternizar a cambio tanto en sus obras? Para esto compondría un lienzo nunca antes visto en la historia. Figuras ahora deslavazadas, casi amorfas, sin rostros apenas, desproporcionadas y feas. Situadas además sin orden, sin nada que les diera un contraste de figuras, de personas retratadas claramente. Estarán entremezcladas con el resto, con una naturaleza del mismo modo transmutada.
Siglos antes, en el cuatrocentto italiano, aquel renacimiento incipiente de lo que vendría a ser ya lo excelso, un pintor desconocido rompería, entonces, la serena y equilibrada forma de componer de los artistas. Sebastiano di Piombo logrará una cierta semejanza con la obra de Cézanne, de la que probablemente éste se inspirara. En esta creación renacentista unas figuras, ahora clásicas y conformes a lo real, se aglutinarán, sin embargo, en una parte del lienzo, dejando así el equilibrio clásico mal configurado. Para entonces fue todo un alarde creativo, como lo fuera bastantes siglos después su colega posimpresionista. 
Pero, Cézanne no dejaría de buscar la mejor forma de exponer sus principios creativos geométricos, esos que buscara en su esencia compositiva. Esos que, luego, aprovecharían otros para avanzar en sus tendencias, como lo fuera el cubismo de Picasso. Pero, ahora, Cézanne lo llegaría a conseguir con su obra Las grandes bañistas de 1906. La misma forma de crear figuración que antes, sus mismas desproporcionadas formas anatomicas también, pero, a cambio, ahora todo un maravilloso equilibrio, una composición genial llevará a esta obra a ser maestra. La triangulación de toda su imagen en toda la obra será perfecta. Los troncos de los árboles diseñarán así un gran triángulo isósceles con el suelo marrón de las figuras. Luego incluso éstas, los grupos de figuras humanas que se enfrentarán a cada lado, configurarán a su vez también otros dos pequeños triángulos. Y, todo, así logrará un perfecto conjunto final, mucho más conseguido que su anterior obra de bañistas.
La forma en que los volúmenes serán utilizados por los creadores harán de éstos extraordinarios maestros de la composición, originales, sutiles o perfectos. El contemporáneo y compatriota pintor de Cézanne, Adolphe Bouguereau, alcanzaría gran renombre, a diferencia de aquél -pero todo lo contrario hoy en día-, entre los compulsivos compradores de pintura clásica y formal de finales del siglo XIX. En una de sus obras perfectas, El primer duelo, narrará la muerte de Abel; mostrará así su cadáver en el regazo de un Adán que consolará a una abatida Eva. Magnífica obra academicista, propia de él, pero, a semejanza de la composición geométrica de antes, aquí el autor también establecerá su triángulo artístico, formado ahora por los cuerpos desolados de sus personajes bíblicos.
Pero, sin embargo, esa sólo ahora será la única semejanza. A pesar de su contemporaneidad (Bouguereau nacería en 1825 y moriría en 1905; Cézanne en 1839 y fallecería en 1906), ambos son dos paradigmas muy distintos de entender y manifestar el Arte. Uno con la grandiosidad de su clasicismo y corrección; otro, con la originalidad y la grandeza de su vanguardia. Pero, también con algo más, con esa otra manera básica ya de componer conjuntos, con esa geometría volumétrica que llevará a ser en toda la historia una de las más importantes razones artísticas para crear una auténtica y maestra obra de Arte.
(Óleo de Paul Cézanne, Las grandes bañistas, 1906, Museo de Artes de Filadelfia, EEUU; Obra de William Adolphe Bouguereau, El primer duelo, 1888, Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires; Óleo de Sebastiano di Piombo, La muerte de Adonis, 1512, Galería de los Uffizi, Florencia; Obra de Paul Cézanne, Las bañistas, 1906, Fundación Barnes, Pensylvania, EEUU; Óleo Tormenta en el mar de Galilea, 1633, Rembrandt, robada en 1990 y desaparecida desde entonces; Cuadro del pintor impresionista sueco Anders Zorn, El violinista, 1904, robada en el año 2000.)