Un
estudio de la Universidad de Brown publicado en la revista Neuron
demostró que el alcohol y los opiáceos y secuestran la vía de formación de la memoria
y cambia las proteínas expresadas en las neuronas. El equipo utilizó
herramientas genéticas para desactivar selectivamente los genes clave mientras
entrenaban a las moscas donde encontrar alcohol. Esto les permitió ver qué
proteínas se requerían para este comportamiento de recompensa. Las vías de
señalización molecular no son diferentes cuando cae una, se dispara otra y así
sucesivamente. La vía de señalización afectada por el alcohol inactiva un gen
llamado receptor de tipo dopamina-2, que produce una proteína en las neuronas
que reconoce la dopamina, el neurotransmisor involucrado en la codificación de una
memoria agradable. En el caso de la vía de recompensa de alcohol estudiada, la
cascada de señalización no activó el gen del receptor de dopamina, ni aumentó
ni disminuyó la cantidad de proteína producida. En cambio, tuvo un efecto en la
versión de la proteína producida en una "letra" de un solo aminoácido
en un área importante. Una copa de vino es suficiente para activar el camino,
pero vuelve a la normalidad en una hora con tres vasos, la ruta no vuelve a la
normalidad después de 24 horas. Esta persistencia es probablemente lo que cambia
la expresión del gen en los circuitos de memoria.