Escribe: Guillermo Peña H. Hace unos días escuché en algún medio local que en estas elecciones ha triunfado el voto emotivo, que la población cañetana ha sido muy susceptible para seleccionar a su candidato y volverlo el favorito de la campaña. Déjenme decirles, señores analistas y comunicadores, que no solamente en Cañete sino que en el Perú entero las elecciones se ganan con el “corazón”; en los peruanos todo se maneja con la emoción. La gente no elige propuestas, de hecho detesta las promesas. Lo que la sociedad elige son imágenes implícitas y percepciones. Es decir, aquellos que no han sabido utilizar correctamente estrategias novedosas para ingresar a las mentes del electorado, invertir en un auténtico marketing político para persuadir al público que estuvo atento a los medios más sintonizados, aplicar estos conocimientos particulares al pie de la letra y de acuerdo a las circunstancias y oportunidades que se presentaron, han perdido esta contienda, y la han perdido a voluntad.Yo estoy convencido de que ni siquiera el ganador de esta elección ha utilizado correctamente estos recursos: su ventaja más bien estuvo en hacer un trabajo de campo desde el cargo que posee desde hace muchos años, aprovechando sus notables influencias (que la oposición conocía a la perfección y que criticó hasta el hartazgo) y reafirmándose implícitamente ante el público en su intención de llegar a la alcaldía y gobernar. Eso generó sensación en la población y temor en los demás candidatos, quienes al verlo como un peligro decidieron atacarlo en toda esta temporada. Grave error. Fue contraproducente. El ganador no movió un dedo para responder, rehuyó a los debates y ataques de sus enemigos, y se puso firme en sus propuestas anodinas e insustanciales, que llegaron como solventes a la ciudadanía, esa ciudadanía que no elige propuestas sino percepciones. La percepción fue la siguiente: “por algo atacan a ese muchacho”. O sea, el factor joven también sirvió para ganar, y esa es otra percepción, saber que es sangre nueva.Y si no me creen, para reforzar mi teoría y convencerlos de que todo se maneja con la emoción, respóndanme a la siguiente pregunta: ¿por qué creen que hay tantos candidatos, militantes y simpatizantes disconformes con los resultados, revanchistas y desquiciados que no asimilan ni aceptan la pérdida, e incluso salen a los medios de comunicación a buscar y señalar culpables de su fracaso, a injuriar y calumniar a medio mundo? ¿Por qué?Todo es emotividad en la gente. Piénsenlo.