La encuesta que publica hoy El Periódico de Catalunya marca tendencias inequívocas: el PP se hunde pero sigue siendo el partido más votado en España, el PSOE permanece estancado en su peor resultado histórico y los pequeños partidos mejoran ostensiblemente sus números, pero a gran distancia de los dos grandes.
El sistema político español, basado en el célebre "bipardidismo imperfecto", mantiene pues intacta su originalidad. Aquí no hay terremotos que lleven a la cima a partidos que hace dos años casi ni existían, como en el caso de Grecia. Ocurre sin embargo que por primera vez hay en España señales de cambios políticos profundos, y quién sabe si de la aparición de un paradigma nuevo. Hasta ahora, la caída de apoyo al partido gobernante se traducía en el triunfo electoral del principal partido de la oposición. Durante estos treinta años de democracia formal, el desgaste del partido gobernante ha llevado ineluctablemente a la victoria al opositor; de ahí la frase de que en España las elecciones no las gana la oposición, sino que las pierde el Gobierno. Y de ahí también el tradicional juego sucio del PP para desgastar como fuere al PSOE mientras este partido ha estado gobernando.
Empieza a no ser así. La encuesta mencionada apunta una pérdida de alrededor de 20 escaños para el PP, que se dejaría la mayoría absoluta en la gatera del rescate bancario, mientras el PSOE se queda como estaba o pierde 1 ó 2 escaños. IU y UPYD doblan sus escaños, lo que resulta un titular más llamativo que real: ambos parten de tan poca cosa que no pueden hacer sino mejorar sus resultados o desaparecer. Además, para los pequeños partidos una cosa son las encuestas entre procesos electorales y otra bien distinta los resultados que obtienen en ellos, en los que suele acabar funcionando el llamado "voto útil" a los grandes.
Especial atención merece el resultado de Euskadi, donde según la encuesta mencionada irrumpe con fuerza la coalición abertzale Amaiur-EA, que puede situarse como segunda fuerza tras un PNV que no arranca, con un PSE que retrocede sensiblemente y el PP vasco estancado o levemente a la baja. De algún modo el panorama vasco sí tiene algo de "griego" en ese sentido. Algo va a pasar ahí para bien o para mal, y tal vez para ambas cosas juntas.
Catalunya por el contrario, sigue dormitando la siesta neoliberal del nacional-pujolismo sin Pujol encarnado por CiU, instalada de nuevo cómodamente en el poder a pesar de su papel de punta de lanza en la contrarreforma neoliberal y la destrucción de los servicios públicos, con la inestimable y se supone que desinteresada colaboración de un PSC dirigido -es un decir- por la mayor colección de cadáveres políticos de la política europea. Los demás partidos no cuentan más que como postizos en hipotéticos gobiernos de coalición aunque algún político de segunda fila vaya proponiendo ahora fundar coaliciones de izquierda "a la griega", probablemente sin entender que su partido no puede ser nunca Syriza porque es el KKE.
Todo esto no es aún un terremoto, pero se parece mucho al ruido previo a un terremoto.