En un estudio del Duke Clinical Research Institute en
Durham, Carolina del Norte, publicado hoy en el Journal of the American Heart Association , los investigadores
examinaron más de 3.200 registros de pacientes de 2015. Alrededor de 2.200
tenían enfermedades cardíacas y alrededor de 400 tenían antecedentes de accidente
cerebrovascular o estrechamiento de la arteria carótida. El resto tenían tanto
enfermedades cardíacas y cerebrovasculares. En las personas con enfermedad
cerebrovascular menos del 36% recibía estatinas mientras que el 40% de las
personas con enfermedad cardíaca recibia estatinas a la dosis recomendada. Las
diferencias persistieron incluso después de tomar en cuenta factores como la
edad, el sexo, la raza y la confianza en los proveedores de atención médica. Las
personas con enfermedades cardíacas y cerebrovasculares tenían un uso de estatinas
similares a las de las personas con enfermedad cardíaca solamente. Los
sobrevivientes de ataques cardíacos tienen más probabilidades de recibir
atención de seguimiento directa que los sobrevivientes de un accidente
cerebrovascular, y esa atención está vinculada a una mejor gestión de los
factores de riesgo. Quizás los médicos de atención primaria y los neurólogos,
tienen más probabilidades de atender a los pacientes cerebrovasculares, pero
son menos propensos que los cardiólogos de recetar estatinas como se recomienda.
Para garantizar la prescripción adecuada de estatinas, los médicos debemos usar
herramientas de evaluación de riesgos, discutir los tratamientos con los
pacientes y comprender sus preocupaciones.