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Con motivo de este día, Infocop ha querido hacer una reseña sobre los resultados de un importante estudio publicado en la revista Psychological Trauma: Theory, Research, Practice, and Policy, que advierte de que los niños y las niñas que han sido maltratados psicológicamente sufren consecuencias iguales o mayores que los que han sido abusados física o sexualmente.
Cada año millones de niños sufren algún tipo de maltrato, generalmente perpetrado por uno de sus progenitores, un familiar u otro cuidador adulto. El maltrato psicológico es un ejemplo de esos abusos, aunque es el más difícil de detectar.
El maltrato psicológico implica un patrón repetido del cuidador o un incidente grave, que conlleva que el menor sienta que no vale nada, que no es deseado o querido, se siente despreciado, explotado o que no se atienden sus necesidades. Este tipo de abusos provocan una brecha en la relación de apego del niño con su cuidador, que hace que el niño no se sienta seguro y le impide un desarrollo normal de sus capacidades esenciales como son la regulación de las emociones, la autoaceptación, la autoestima o la autonomía. Es importante tener en cuenta que el maltrato psicológico es distinto que una crianza negligente.
A pesar de que el maltrato psicológico puede ser perpetrado por personas fuera del sistema familiar, como profesores o compañeros, la evidencia sugiere que cuando tales maltratos los inflige el cuidador principal durante la primera infancia, o de forma crónica durante la infancia y la adolescencia, es más perjudicial para el desarrollo del niño. Se ha encontrado que los niños que sufren maltrato psicológico muestran una serie de dificultades emocionales y de comportamiento, tales como una autoestima negativa, impulsividad, y comportamientos como rabietas, tics, enuresis, o conductas autolesivas.
Si tenemos en cuenta los datos de la literatura sobre la prevalencia de este tipo de maltrato, existen muchas discrepancias en los datos. Los porcentajes fluctúan de niveles muy bajos si se tienen en cuenta los datos aportados por organismos gubernamentales, a porcentajes mucho más elevados si se toman los datos de otros estudios. Estas discrepancias podrían significar que el maltrato psicológico todavía no se reconoce como una forma distinta de maltrato, y que, además, es más difícil de detectar que otras formas de maltrato infantil, dado que no conlleva secuelas físicas visibles.
Según los últimos estudios sobre este tema, los jóvenes con antecedentes de maltrato psicológico en la infancia, presentan con mayor probabilidad falta de atención, agresividad, hiperactividad, problemas de conducta y delincuencia. Este tipo de maltrato también se ha relacionado con ansiedad, depresión, trastornos de estrés postraumático, tendencias suicidas o baja autoestima.
Según la literatura, tanto la prevalencia como la intensidad de algunas de estas consecuencias son iguales o incluso mayores que las producidas por otros tipos de maltrato como el físico o los abusos sexuales.
A partir de estos antecedentes, el estudio que nos ocupa tiene como objetivo averiguar los efectos que provoca el maltrato psicológico, estudiando una amplia gama de indicadores clínicos y factores de riesgo, y comparar dichos efectos con los que aparecen en personas que han sufrido otras formas de maltrato.
La muestra usada para la investigación estuvo formada por 5.616 niños (42% varones y 58% niñas), que fueron clasificados en 7 grupos excluyentes creados en función de sus respectivas exposiciones a uno o más de los 3 tipos de maltrato (psicológico, sexual o físico).
Los resultados obtenidos muestran que el maltrato psicológico se asocia con una amplia gama de síntomas clínicos, pudiendo predecir la magnitud o frecuencia de forma igual o superior, a la que lo hacen el maltrato físico o el abuso sexual.
Los niños del grupo de maltrato psicológico mostraron una severidad equivalente de los síntomas de Trastorno de Estrés Postraumático, al de los niños que habían sido víctimas de abuso físico o sexual. Además, la co-ocurrencia de maltrato psicológico con otros tipos de maltrato, se asoció con una mayor magnitud y frecuencia de la mayoría de las consecuencias negativas evaluadas en el estudio, en comparación con los asociados con el maltrato físico o abuso sexual por sí solos.
En comparación con los grupos de niños que habían sido víctimas de abuso sexual, abuso físico o ambos, el grupo de maltrato psicológico mostró puntuaciones de la frecuencia de los indicadores clínicos y factores de riesgo, equivalentes o más altos. El grupo de maltrato psicológico solamente presentó frecuencias ligeramente inferiores en un pequeño número de resultados en comparación con los grupos que habían sufrido abusos sexuales (por ejemplo, conductas sexualizadas) o grupos de abuso físico (por ejemplo, trastorno de conducta).
El maltrato psicológico fue el predictor más fuerte y más coherente de los problemas de internalización, como la depresión, los trastornos de ansiedad y los problemas de apego, así como del abuso de sustancias. Este tipo de maltrato también fue un predictor de los problemas de externalización, tales como problemas de conducta, autolesiones o actividad criminal, de forma equiparable al grupo de los abusos físicos y mayor que el de los abusos sexuales.
En cuanto a la prevalencia, se encontró que el maltrato psicológico es la forma más frecuente de maltrato según los datos del National Child Traumatic Stress Network (NCTSN). Se detectó que el 62% de los más de 5.000 casos habían sufrido maltrato psicológico, siendo el 24% los que únicamente habían estado expuestos a esta forma de maltrato.
Todos estos datos alertan del papel que el maltrato psicológico puede jugar como causa de trauma infantil por derecho propio, y sugieren que este tipo de maltrato debería ser un componente integral de las estrategias para entender, evaluar y hacer frente a la naturaleza y las secuelas del maltrato en niños y adolescentes.
De estos resultados se deriva la necesidad de formar personal especializado para poder detectar de forma temprana el maltrato psicológico, la necesidad de contar con instrumentos fiables para categorizar el maltrato psicológico y evaluar sus efectos, y la necesidad de garantizar el acceso a tratamientos psicológicos basados en la evidencia y lo antes posible.
El estudio completo se puede encontrar en la Revista Psychological Trauma: Theory, Research, Practice, and Policy:
Fuente: infocop