Las infiltraciones pueden aliviar el dolor de manera activa y permanente sin que el paciente tenga que ingerir una abundante cantidad de analgésicos. Gracias al avance de los conocimientos médicos del dolor y los desarrollos en materiales y medicamentos, los especialistas recomiendan con mayor insistencia la utilización de las infiltraciones para tratar esta patología.
Así lo explicó ayer el doctor Luis M. Torres, subdirector de la Cátedra Externa del Dolor Fundación Grünenthal-UCA, durante la sexta sesión del Aula de Pacientes. Bajo el título, Las infiltraciones en el tratamiento del dolor, el doctor Torres detalló los beneficios de emplear infiltraciones, independientemente de que a veces haya que tomar analgésicos, para tratar el dolor, y aclaró que se trata de un procedimiento con muchos beneficios y pocos riesgos, siempre y cuando se aplique en un entorno adecuado.
El objetivo de una infiltración – administrar un medicamento con una jeringuilla en una zona del cuerpo – es disminuir el dolor y acelerar el proceso de curación. "Entre el 70% y 80% de los pacientes notan un alivio considerable y pueden tomar menos analgésicos". Se trata de "un tratamiento curativo, no paliativo, que permite a los pacientes llevar una vida normal una vez curado el dolor", aseguró el doctor Torres.
Las infiltraciones se aplican en los músculos o articulaciones inflamadas y en la vecindad de nervios alterados. Los principales medicamentos que se suministran en este procedimiento son los corticoides, el ozono, la toxina botulínica, conocida popularmente como bótox, o la rediofrecuencia (procedimiento donde se transmite una determinada temperatura al nervio afectado). Hace unos años, los médicos recomendaban las infiltraciones como último paso en el tratamiento, pero ahora aconsejan su uso al principio. "Si el paciente con dolor toma analgésicos durante una semana y el dolor persiste, si está indicado administramos una infiltración", apuntó Torres.
No obstante, el subdirector de la Cátedra advirtió a los asistentes de que no se debe abusar de las infiltraciones. "En el caso de los corticoides, se pueden colocar hasta dos o tres infiltraciones por articulación cada año, pero más pueden ser perjudiciales para el paciente". Con el ozono o la radiofrecuencia esta limitación no existe. Las complicaciones por una infiltración son poco frecuentes.
La mala fama de las infiltraciones no es ningún secreto y durante su ponencia el doctor Torres también se refirió a esta dudosa reputación. En el pasado, sobre todo en el mundo de la alta competición deportiva, se ha abusado de los corticoides para permitir que los atletas que arrastran lesiones puedan competir. El problema es que en estos casos se aplica la infiltración directamente en los tendones y no en los músculos o articulaciones.
"El dolor se alivia de manera inmediata y el deportista puede competir, pero el tendón se debilita y puede llegar a romperse". Además, el conferenciante aclaró que en muchos casos se practican en lugares inadecuados, como un vestuario, "sin saber con exactitud dónde se pincha; para la correcta aplicación de muchas infiltraciones deben emplear rayos X y practicarse en un quirófano, lo que aporta un grado alto de seguridad al paciente."
Para familiarizar a los pacientes que acudieron al Aula con el procedimiento, el subdirector de la Cátedra mostró varios vídeos de cómo se infiltran distintas zonas del cuerpo como, por ejemplo, la cadera, rodilla, hombro o codo, explicando con detenimiento los distintos materiales y medicamentos empleados en cada caso. En sintonía con el objetivo del Aula de Pacientes de la Cátedra – hacer entender a los pacientes los motivos de su dolor y cuáles son los tratamientos de los que disponen – el doctor Torres abrió la presentación a preguntas y respuestas, generando un enriquecedor dialogo con los estudiantes, pacientes y familiares presentes.