Las llaves para cruzar el sagrado portal

Por Tara




Las llaves para cruzar el sagrado portal
Para el individuo que sinceramente aspira a recorrer el camino espiritual, son fundamentales el despojamiento y la ausencia de búsqueda de estímulos suprasensoriales. Su meta debe ser la ampliación de la consciencia y la disponibilidad para, con sincera apertura, expresar patrones de conducta cada vez más sutiles. Mediante la entrega, el servicio, el amor y la gratitud; la consciencia puede ser elevada y reconocer la magnanimidad prometida al hombre tras la actual purificación planetaria. Aunque fue por vosotros negada, la Gracia vuelve a llamar a vuestra puerta. Aunque la hayáis expulsado de vuestro ser, para en él rendir culto a otros valores, ella retorna. Aunque la despreciéis, envolviéndoos en lo que es transitorio, ella está siempre preparada para recibiros. Cuando estuviereis acosados por los agentes de las tinieblas, de ellos no debéis ocuparos directamente. Concentrad la atención en la alianza con Nuestra Luz, eslabón incorruptible de la gran corriente cósmica. De esta forma, os mantendréis apartados de las reacciones de vuestros cuerpos, y más libremente podréis servir como canal para el silencioso y oculto trabajo de la energía superior. Entregaos, entregaos y entregaos a esa energía: esa es la llave maestra que os es ofrecida para que crucéis el sagrado portal. El Cosmos llama a la puerta de los hombres y, por las hendiduras y las aberturas, hace penetrar la Luz de la vida a sus oscuras moradas. Trae el mensaje del llamado crístico a su interior, invitándolos a ingresar en ese universo de bellezas y misterios. Entonteces, cuando lo que está adentro del hombre supera sus límites y se une a lo que se refleja en el cosmos; se transcienden las proyecciones formales y se devela en la faz no manifestada lo que es desconocido para la mente. Para ello, al hombre le fueron entregadas tres llaves: Amor-Entrega, Fe-Equilibrio, Devoción-Ardor. Unidas, abren el portal de la liberación. Extraído del libro "Pasos Actuales" - Trigueirinho 
Editorial Kier 
Páginas 5, 8, 21, 38 y 47