Uno de cada 100 medicamentos que se venden en el mercado europeo a través de los canales legales es falsificado y este porcentaje sigue creciendo. Al menos, eso dicen los expertos que advierten además de que en otras partes del mundo, más del 30% de los productos farmacéuticos a la venta son falsos. El Parlamento Europeo ha aprobado al respecto una legislación, acordada con los Veintisiete, para establecer nuevas normas de seguridad, sanciones a quienes falsifiquen y medidas para impedir que estos productos peligrosos lleguen al mercado europeo.
Valga como ejemplo de la magnitud del problema que, a finales de 2008, los controles aduaneros europeos requisaron en dos meses más de 34 millones de píldoras ilegales. Es un negocio en alza, con beneficios entre 55.000 y 166.000 millones de euros anuales, un aparente bajo nivel de riesgo y más fácil gracias a las ventas por internet (el 62% de los medicamentos que se compran 'on line' son ilegales).
Según la 'Alianza para el acceso a medicamentos seguros', las falsificaciones matan a unas 100.000 personas cada año. Por su parte, la ONU calcula que cerca de la mitad de todos los tratamientos contra la malaria en África son falsos y en el Sudeste de Asia los estudios señalan que aproximadamente el 30% no son productos legales.
En la actualidad, la venta de fármacos a través de la Red no es legal en algunos de los estados miembros; pero en aquéllos donde sí esté permitido, los vendedores deberán conseguir una autorización especial, portar un logotipo comunitario y, además, estar catalogados tanto a nivel estatal como en una base de datos europea.
Para la ponente del informe en el Europarlamento, la portuguesa de Izquierda Unitaria Europea Marisa Matías, "los medicamentos falsos son un asesino silencioso (...) una forma de crimen farmacéutico con el que las redes criminales pueden rebasar fácilmente las fronteras nacionales". Y, hasta hoy, denuncia, "la ausencia de legislación anima a los falsificadores".
El Parlamento Europeo, citando al diario 'The Economist', recuerda que cada año mueren 100.000 personas como consecuencia de estos tratamientos, la mayoría en países en desarrollo. Sólo en África, la mitad de los antimaláricos que se toman están falsificados (con el consiguiente riesgo para la vida de los pacientes).
En el mundo occidental, los tratamientos para la disfunción eréctil, la calvicie, la depresión y algunos trastornos cardiovasculares representan el mayor porcentaje de volumen de este negocio creciente, que se ha duplicado entre 2004 y 2005.
**Publicado en "El Mundo"