Par darle seguimiento a mi colaboración anterior, retomo la lucha de las estudiantes de la ENAT (Escuela Nacional de Arte Teatral), quienes se encuentran reunidas en la comunidad de alumnas Morras ENAT, y cuya causa ha recibido una buena cobertura mediática, aunque amerita mucho más, ya que no se trata de un problema menor.
El día 22 de abril, el pliego fue aceptado por la SGEIA (Subdirección General de Educación e Investigación Artísticas) y al día siguiente, la maestra Pérez Negrete presentó su renuncia irrevocable, bajo la justificación de " No obstaculizar las negociaciones derivadas del movimiento de la Comunidad de Alumnas de la ENAT ", algo que, en opinión de las alumnas, facilitará el diálogo con las autoridades.
A propósito de la renuncia, las estudiantes apremiaron a los acusados de diversos delitos, que van del acostó hasta la violación, para que se separen voluntariamente de sus cargos, algo que, hasta el momento, ninguno ha hecho. Y ya que esto no ha sucedido, las alumnas les exigieron a las autoridades que separen de inmediato a los señalados, como una medida preventiva.
En los días subsecuentes, se nombró a la maestra Atenea Chávez Viramontes como directora de la ENAT y ahora es quien tiene la responsabilidad de atender esta grave situación. Por otro lado, además del apoyo que han recibido las alumnas por parte de otras organizaciones, también recibieron el del grupo de profesoras y artistas escénicas de la ENAT, "Hypatia Interdisciplinaria".
Solidaria con esta lucha y para darle mayor visibilidad, la periodista feminista española Teresa Domínguez escribió el artículo " La revolución feminista de las alumnas de la ENAT: Paro indefinido y 118 denuncias de agresiones sexuales", a partir de la entrevista vía internet con la actriz Lucía Corbello y a la gestora cultural Karen Condés, ambas egresadas de la ENAT. Como bien expresó la actriz, " En el nombre del arte, se permite todo ", refiriéndose a las múltiples prácticas violentas ejercidas por profesores, asesores, alumnos y ex alumnos de la escuela contra las estudiantes. Evidentemente, esto se traslada después, en un círculo perverso, a la vida profesional entre directores, actores y demás trabajadores de la escena, contra actrices y otras trabajadoras de la escena.
En este mismo sentido y evidenciando que no se trata de hechos aislados sino la punta del iceberg de un problema sistémico, las alumnas de la ADM (Academia de Danza Mexicana) denunciaron el mismo fenómeno de violencia, contando con 40 acusaciones por acoso, hostigamiento y violencia física ejercida por una docena de docentes. Por tal motivo, las estudiantes también se lanzaron a un paro, mismo que lleva más de dos meses; entre otras demandas, ellas solicitaron la intervención de la Secretaría de Gobernación y de la Función Pública para atender y sancionar casos de agresiones sexual en el INBAL (Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura).
Ambas renuncias significan un gran triunfo para las alumnas; además demuestra que el paro y la protesta son métodos muy eficaces. Sin embargo, esto no es suficiente; aún se necesitan acciones inmediatas para prevenir y erradicar todo tipo de violencia, y por supuesto, sancionar a los acosadores, violadores, abusadores y encubridores; nos referimos a hombres y mujeres de teatro y danza con reconocimiento y "prestigio" en sus respectivos medios, quienes no han aceptado las acusaciones públicamente, pero tampoco las han desmentido.
De esta forma, llegamos al 11 de mayo, cuando se llevó a cabo, vía Zoom, una mesa de diálogo entre las alumnas y funcionarios de la ENAT, SGEIA e INBAL; ahí, las autoridades se comprometieron a publicar un "renovado e inédito" protocolo para erradicar y prevenir la violencia de género, en todas las escuelas del INBAL. Los funcionarios informaron que ya han sido separados cuatro docentes denunciados, que se ha levantado un acta administrativa en contra de uno de ellos y está por levantarse una segunda. Relativo a los alumnos denunciados, notificaron que se han tomado medidas para que estos no convivan con las denunciantes ni con posibles víctimas.
Todo lo anterior demuestra los niveles de machismo, misoginia y violencia de género que existen en México, prácticamente en todas las esferas, y peor aún, el grado de impunidad e injusticia que hay en torno a este tipo de delitos. Que se cometan 51 violaciones y 11 feminicidios por día, solo se explica por la absoluta falta de voluntad política que prevalece desde hace décadas en este país, conocido mundialmente por los feminicidios que hoy se han extendido -igual que una pandemia- a lo largo y ancho de la nación.