Sara LoveraLa necesidad de frenar la sobre explotación del planeta y poner en práctica la iniciativa de los pueblos, denominada Soberanía Alimentaria, surgió aquí durante la presentación del libroLas mujeres alimentan el mundo.La publicación es una iniciativa del grupo Entre Pueblos, que recoge información fundamental para comprender la urgencia de modificar elmodo de producción agraria.Entre Pueblos, una ONG de investigación-acción, plantea, en este volumen, la urgencia de reconocer el trabajo milenario de las mujeres,descubridoras de la agricultura; el valor de sus aportaciones en la medicina originaria, los secretos de la tierra y los métodos de conservación.En un acuerdo o alianza con la organización Vía Campesina, el libro, con siete ensayos y 183 páginas, relata cómo, a pesar de que las mujeres son las productoras principales de los alimentos básicos —el 90 por ciento del arroz en el sudeste asiático—, apenas son propietarias del uno por ciento de la tierra; laboran como obreras del campo o temporales, con salarios inferiores a los de los hombres y carecen de seguridad social.Compara esta situación en los territorios empobrecidos, y plantea que lo mismo amenaza a las mujeres del país Vasco y de Cataluña, al mostrar cómo el capitalismo/patriarcal las desprecia a ellas y a la tierra.Durante la presentación y discusión del contenido de Las mujeres alimentan el mundo, en las instalaciones del Colegio de Periodistas y en colaboración con la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, la sociólogaMaría Jesús Pinto mostró en video algunos testimonios de pobladoras de Perú y Guatemala.El empobrecimiento mantiene a 1.200 millones de personas desnutridas —una de cada seis en todo el planeta.En América Latina, 53 millones de personas sufren hambre y la pobreza se yergue como el signo de la desigualdad; crecen los procesos de abandono de la tierra como sustento de la producción de alimentos y aumenta, en esta región del mundo, la dependencia alimentaria en forma geométrica.Ello, a pesar de que las mujeres son las principales productoras, las que aprendieron a conservar las semillas y los conocimientos sobre la transformación y desarrollo de la agricultura. Son ellas las quealimentan el mundo. Sus pueblos y comunidades hoy están en resistencia, ellas están organizadas y hacen propuestas para conseguir la soberanía alimentaria, según muestran cifras y ensayos.A pesar de este enorme esfuerzo de las mujeres, que en general noreciben salarios formalesni tienen seguridad social, y son consideradas como una “ayuda”, 816 millones de personas padecen hambre y en 40 países hay emergencia alimentaria.Lo terrible es que el negocio está concentrado en unas cuantas manos neoliberales y trasnacionales, tanto que el sólo dato de que en España las empresas de comida rápida se cuentan entre las primeras 100 que facturan en el país hasta un millón de euros cada una, de las que hay 2.253, nos da un buen retrato de a quién beneficia el trabajo de estas 1.600 millones de mujeres.El desplazamiento y la persecución en Guatemala se parece demasiado a Colombia y a México, donde la dependencia alimentaria es de hasta 40 por ciento de las importaciones de alimentos de los Estados Unidos, pero donde la avaricia —500 años después— está centrada en la riqueza de la minería.
- Especial de SEMlac (desde Barcelona, España). www.redsemlac.net/