A diferencia de los hombres en la mujer existe un momento de su vida, la menopausia, que determinará el que afronte su madurez con una mejor o peor calidad de vida. El déficit hormonal que se produce en este periodo conlleva una serie de cambios físicos y psíquicos que afectan al día a día y provocan un aumento del riesgo de padecer osteoporosis o enfermedades cardiovasculares si no se adoptan las medidas preventivas adecuadas. “De ahí que la alteración del bienestar de la mujer debido a los cambios hormonales que se producen en la menopausia favorezca que el género femenino sea más propenso a la aparición de depresiones leves o moderadas a partir de los 45-50 años”, comenta la doctora Rosa Porqueras, coordinadora del Grupo de Madurez Saludable de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM).
La perimenopausia, es decir la etapa que precede al cese definitivo de las menstruaciones, es el periodo en el que es más frecuente la manifestación de estos síntomas depresivos, como mayor irritabilidad, ansiedad, cambios bruscos de humor, tristeza o melancolía. Aunque como indica la doctora Porqueras, “también se ha comprobado que mujeres que han sufrido síndrome premenstrual o un episodio depresivo en algún momento de su vida tienen una mayor predisposición a sufrir estos síntomas con la llegada de la menopausia”.
Además, repercuten en la mayor prevalencia de esta patología en la mujer influencias hormonales, genéticas, ambientales, ciertas características psicológicas y de personalidad y, sobre todo, eventos endocrinos y reproductivos. Según la doctora Porqueras, “hay muchos momentos en los que la depresión está presente, sobre todo los relacionados con cambios en el ciclo reproductivo: menarquia, menstruación, anticoncepción, embarazo, parto, lactancia y menopausia, son siempre etapas críticas, de tránsito, en las que se reúnen factores biológicos, psicológicos y sociales que suponen un riesgo para la estabilidad emocional de la mujer”. Por otra parte, añade, “existe una clara relación entre cerebro, hormonas sexuales y conducta que explica buena parte de las peculiaridades femeninas de los trastornos emocionales”.
Pero si bien los cambios hormonales pueden jugar un papel determinante en la aparición de la depresión, esta experta señala que “no hay que olvidar la importante contribución de otros factores como el estrés, las responsabilidades laborales y familiares o la relación de pareja, en la manera de asumir y aceptar esta etapa por parte de la mujer”.
-Dar vida a los años
Durante la menopausia es cuando se manifiestan en la mujer de forma más evidente los síntomas característicos del síndrome climatérico: sofocos, cambios de humor o insomnio. Además pueden presentarse síntomas a nivel genito-urinario, como atrofia y sequedad vaginal, cambios en su sexualidad, así como aparecer algunas patologías que se deben prevenir, como la osteoporosis o enfermedades cardiovasculares que se desarrollarán en la posmenopausia.
“Todos estos aspectos”, comenta la doctora Porqueras, “afectan de forma negativa a la calidad de vida de la mujer. Por tanto, es necesario que, no sólo por parte del ginecólogo sino también desde la Atención Primaria, se informe a la mujer de la importancia de adoptar unos hábitos de vida saludables o afianzarlos si ya los tenía, como aumentar la ingesta de productos lácteos y enriquecidos con calcio y vitamina D, realizar ejercicio de forma continua o evitar el consumo excesivo de bebidas alcohólicas y café“.
De hecho, se estima que los síntomas climatéricos suponen un deterioro en la calidad de vida para más de la mitad de las mujeres menopáusicas españolas. Sin embargo, “los avances de la medicina y los conocimientos actuales permiten establecer diagnósticos precoces y valorar factores de riesgo para poder establecer tratamientos y, lo más importante, medidas preventivas”, afirma la doctora Porqueras.
Y aunque los sofocos son el principal motivo de consulta de la mujer en la menopausia junto con su temor a padecer osteoporosis, es la enfermedad cardiovascular la patología que conlleva una mayor tasa de mortalidad en la mujer menopáusica. En este sentido, aunque el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares es similar en ambos sexos, sin embargo la distribución de los factores de riesgo coronarios clásicos difiere, observándose entre las mujeres mayor incidencia de diabetes mellitus e hipertensión arterial (HTA). Además, existen otros factores de riesgo que se deben controlar para prevenir eventos cardiovasculares como el sobrepeso y la obesidad, inactividad física, niveles de colesterol elevados y el tabaco.
-La mujer, partícipe del cuidado de su salud
Para ofrecer una atención sanitaria global e integral a la mujer, la doctora Porqueras insiste por un lado en la importancia de poner en marcha políticas específicas de salud de la mujer y, por otro, en la necesidad de tener en cuenta el concepto de calidad de vida y no de enfermedad, así como de hacer partícipe a la mujer de las decisiones clínicas y terapéuticas.
“Debemos entender que, además de las enfermedades que atentan contra la vida de la mujer”, explica esta experta, “existen otros trastornos que aunque son menos graves empeoran de forma importante su calidad de vida y bienestar, como la disfunción sexual, la incontinencia urinaria, etc.”.
“Asimismo”, concluye la doctora Rosa Porqueras, “la mujer, cada vez más informada sobre los aspectos de la salud, necesita participar en las decisiones clínicas y de tratamiento que afectan a su calidad de vida. Sólo así podemos conseguir mejorar su bienestar y concienciarla sobre la importancia de la prevención”.