Las nuevas necesidades básicas del S.XXI

Por Alicia Cortés
Hace unas semanas me encontraba viajando en un tren de cercanías camino del aeropuerto. Era un día más, pero de repente me llamó la atención algo que probablemente había tenido delante de mis narices en innumerables ocasiones, pero nunca había caído en la cuenta como esta vez. La mujer que viajaba sentada a mi derecha iba leyendo un ebook (algo de lo más normal), y el chico de enfrente estaba totalmente abstraído trasteando con su móvil (también normal). Pero empecé a fijarme en el resto de pasajeros y, para mi sorpresa, absolutamente todas las personas que alcanzaba mi vista desde mi asiento estaban con la cabeza agachada usando su móvil, su tablet, ebook… ¡absolutamente todas! Incluso yo estaba en ese momento hablando por whatsapp. No me salvaba.

A partir de ese momento no pude evitar fijarme y en cada estación donde íbamos parando yo observaba a través de la ventanilla el comportamiento de la gente que fuera esperaba la llegada de su tren. Y me encontraba en todas las estaciones con innumerables personas de todas las edades usando el móvil en ese momento. Parecían robots. Nunca me había fijado hasta dónde llegaba el asunto. Casi nadie esperaba el tren con la mirada perdida, pensativo, leyendo el periódico o charlando con el de al lado; estaban inmersos en su smartphone tocando compulsivamente la pantalla. ¿Nunca os habíais dado cuenta? Fijaos la próxima vez que vayáis en transporte público o que estéis esperando el metro.
La verdad es que en ese viaje en el cercanías fui consciente de cómo han cambiado en unos años nuestras costumbres y cómo éstas se han adaptado a los nuevos avances tecnológicos. Estar conectados se ha convertido en una de nuestras necesidades básicas para vivir. Ha cambiado nuestra forma de vida en muchos sentidos, en casa, en el trabajo, en la forma de relacionarnos con nuestro entorno, pero… ¿ha cambiado para bien o para mal? Probablemente haya opiniones para todos los gustos, y es que seguramente el boom tecnológico de estos últimos años nos haya aportado muchas cosas buenas y otras no tan buenas.
Está claro que en algunos ámbitos nos ha facilitado mucho las cosas. Me estoy acordando de situaciones de no hace más de 20 años (que aunque algunos estéis pensando que de eso hace mucho, a mi se me han pasado volando…): 
Habías quedado con una amiga a las 18h en equis lugar para ir después juntas a otro sitio. El caso es que iban pasando los minutos y tu amiga no llegaba. “Qué tardona” pensabas los primeros 10 minutos de espera; pero cuando había pasado ya media hora y allí no aparecía nadie ya te empezabas a plantear: “¿Le habrá pasado algo?”, “¿Me habré equivocado de sitio y dijimos de vernos en tal otro?”, “¿Y si no era a las 18h cuando habíamos quedado?”…. No sabías si irte y acudir a donde debías encontrarte con el resto de amigos o seguir esperando a tu amiga que igual estaba al caer. Hoy en día es tan fácil como mandar un simple whatsapp: “¿Dónde narices estás? Llevo esperando 15 minutos” y contestación: “Lo siento, he perdido el bus. Ve yendo si quieres donde los otros que luego acudo yo”. Solucionado. No más esperas con incertidumbre.
También recuerdo cuando siendo adolescente ligabas en la discoteca  y como no existían los móviles pues no había más remedio que intercambiaros los teléfonos de casa si os queríais volver a ver. ¡Qué vergüenza cuando te llamaban a casa y se ponían tus padres!
Luego, afortunadamente, llegaron los móviles (eran bastante grandes, con los años se fueron haciendo cada vez más pequeños y manejables, y ahora la gente se pelea por tener el móvil más grande del mercado), los sms (que facilitaron mucho la labor a muchos tímidos/as a la hora de contactar con la chica o chico que les gustaba), y el mítico Messenger. ¡¡¡Cuántas horas nos habremos pasado pegados al ordenador hablando por msn!!! Con varias conversaciones abiertas a la vez y mandando caritas y zumbidos. 
El Messenger ha marcado un antes y un después en la forma de relacionarnos y para seguir en contacto con la gente.
Antes, para no perder el contacto nos enviábamos cartas, de las de toda la vida. Sí, esas que metes en un sobre, le pegas un sello y la echas al buzón. Hoy en día apenas se usan ya para esos fines, y hace unos años nos servían para contarnos qué tal lo estábamos pasando en verano o para mantener el contacto durante el invierno con gente que sólo veías en vacaciones.
Pero ahora, para eso y muchas cosas más, está el famoso e imprescindible Facebook. Hoy en día quien no tiene Facebook es considerado raro y poco sociable. Lo que más mola es tener 400 amigos y si no, no eres nadie. Cada vez que te vas de fin de semana, de cena o te rascas la cabeza… hay que poner una foto del momento y publicarlo en las redes sociales para que todo el mundo se entere. Hay que hacer saber a todos tus 400 amigos la variación de tu estado de ánimo a lo largo del día. 
También está muy de moda poner fotos con citas “filosóficas” y "profundas" sobre la vida y sobre el secreto para alcanzar la felicidad que casi nos obligan a sonreír a todas horas, incluso cuando algo te sale mal y lo más apropiado en ese momento sería estar triste o enfadado. En fin… esto nos lo cuentan hace unos años y no se lo cree nadie. 

Pero la vida cambia y como es natural vamos adaptándonos a ella, aunque unos más que otros. Unos le sacan partido a las redes sociales, pasan un buen rato y mantienen el contacto con gente que de otra manera no podrían, y otros no pueden vivir sin ellas y sin comprobar cada 10 minutos si tienen un nuevo me gusta o una nueva solicitud de amistad.
Y es que con las nuevas tecnologías entran en juego las nuevas adicciones. Ya hace tiempo que se oye hablar de adicción al móvil, por ejemplo. Pero, ¿cuándo se trata de dependencia propiamente dicha?  Empieza a ser un problema al que se debe poner solución si se dan, entre otras, estas circunstancias:

-      -   El día gira en torno a las redes sociales, whatsapp…

-      -     Se comprueba continuamente el móvil
-   -   Si se olvida el móvil en casa o se debe estar unas horas sin él se siente ansiedad y malestar. Se sufre al estar “incomunicado” con la incertidumbre de si te habrán escrito algo o no
-    -  El uso del móvil o Internet está provocando problemas en otras áreas de tu vida como son familia, estudios, trabajo, pareja…

-    -  Uno deja de ocuparse de obligaciones por pasar más tiempo con el móvil o en las redes sociales
Seguro que muchos nos sentimos identificados con algún punto de los anteriores; sobre todo con el de olvidarse el móvil en casa y con el de comprobar continuamente el móvil. Y es que no sé si os habréis fijado en que ahora quedas para cenar con tus amigos o a tomar algo y están todos con el teléfono encima de la mesa (suerte es que no lo tengan en la mano) para estar pendientes de si les llega un whatsapp; y como no paran de llegar ¡a veces estamos en silencio y cada uno de nosotros  hablando por whtstapp en vez de con las personas que tenemos enfrente y al lado y con las que hemos quedado esa tarde para contarnos qué tal la semana!

Una de las consecuencias negativas del desarrollo tecnológico en este ámbito es este cambio en la forma de comunicarnos, y en algunos casos se convierte más en una incomunicación.
Pero el uso del móvil, de Internet, de las redes sociales no es perjudicial ni contraproducente en sí mismo. Todo lo contrario. Puede brindarnos numerosas posibilidades y mejorar y facilitar nuestra vida. El problema es el mal uso que se puede hacer de ellos.
 Hay quien opina que internet es un peligro y que no debería existir. Hay quien piensa que internet es peligroso según el uso que se le dé, igual que en la vida real, y que no por haber peligros vamos a dejar de aprovechar todas las posibilidades y bondades que nos ofrece (comunicación, fuente de información, diversión, aprendizaje…).
Podemos hacernos muchas preguntas, por ejemplo: ¿Cómo será la vida dentro de 30 años? ¿mejor o peor? ¿Llegará un punto en que utilicemos la tecnología para absolutamente todo? ¿Qué consecuencias tendrá esto? ¿perderemos en calidad de vida o ganaremos? ¿Y cómo crecerán los niños que nazcan dentro de unos años? ¿dejará de haber niños jugando en el parque porque sólo jugarán virtualmente a través de una tablet? ¿llegaremos al punto de dejar de llevar a nuestros hijos al cole presencialmente por que aprenderán con un robot desde casa? ¿o la socialización directa de tú a tú no dejará de existir por mucho que evolucione la tecnología y dispongamos de nuevos medios? ¿Cómo afectará esta evolución tecnológica en nuestras habilidades y destrezas sociales? ¿Qué opináis? 
(Y para hacer honor a este tema no podría dejar de pediros que compartáis el artículo con vuestros ¿500? amigos de Facebook con los botones que encontraréis aquí debajo :-))) 
¡Un saludo y hasta la próxima!
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