En una de mis guardias de fin de semana acudieron los padres con una adolescente, entraron en mi consulta con cara de desespero, no de gravedad, sin que me dijeran nada ya vi el motivo de su consulta, la muchachita venía con la boca entreabierta con un trozo de alambre que le salía por una de sus comisuras bucales.Lo observé, exploré e intenté quitarlo con todos los medios a mi alcance, incluso con un "cortaanillos" pero me fue imposible, no se que tipo de aleación metálica era aquello, al final después de un largo rato de fallidos intentos, sólo pude indicarle a los padres que se dirigieran a un hospital a 100 Kms. en la capital donde existía la especialidad de Cirugía maxilofacial para que intentaran retirar la casi destrozada ortodoncia.
Otro día en horas de atención continuada, era sábado por la tarde, entran dos padres con gesto contrariado y un niño con la boca abierta y medio aparato de ortodoncia fuera de la boca. -A ver si pudiera hacer algo con el "aparato" del niño, estamos desesperados, no puede cerrar la boca y no puede comer y no hay dentista hasta el lunes, ¿qué podemos hacer?,
yo miré al niño y no dije nada, me volví, me pude unos guantes mientras pensaba que hacer, me volví hacia el niño y lo senté en la camilla, el "chiquillo" tenía una expresión graciosa en contraposición con la cara de los padres, lo cogí por la cara y agarré fuertemente la ortodoncia, en pocos segundos la tenía en la mano, la boca del niño se cerró, los padres suspiraron y yo asentí con mi cabeza y le día un cachete cariñosos al niño.
Creo que cuando los odontólogos, cirujanos maxilofaciales o médicos dentistas pongan unos de estos complicados aparatos, deberían dar un manual de instrucciones o de "primeros auxilios" para incidencias en fin de semana.
Médico Rural