Ayer me entregaron el premio concedido por el Grupo Europeo de Derecho Farmacéutico (European Pharmaceutical Law Group, Eupharlaw), a la personalidad sanitaria del año 2011, ex aequo con Íñigo Barreda. Fue una ceremonia sobria celebrada en el Casino de Madrid que ya conocía pues el año pasado sin saber que este año yo sería el protagonistas ya estuve presente cuando se lo concedieron a Juan José Rodríguez Sendín, presidente del Consejo de Colegios Oficiales de Médicos (OMC) y a Mariano Barbacid Montalbán, ex director del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).
Lo que sigue es mi discurso con motivo de la entrega del galardón, en su estado puro, es decir, el guión que utilicé y que luego se vió modificado en algo por mor de la improvisación que es bueno tener en estos eventos:
Estudié Periodismo por Vocación. “Soy periodista” desde que tengo uso de razón. Con 13 o 14 años se me hacían insoportables las injusticias sociales y el periodismo me parecía la manera perfecta de combatirlas, con la palabra, de manera pacífica, con la razón que dan los hechos, con la Verdad en la mano.
Soñaba con ser freelance, periodista independiente, sólo así me parecía que se podía garantizar el derecho a la información de los ciudadanos y la libertad de expresión de esos manufactureros de la información que somos los periodistas. He trabajado en un montón de sitios y en todos ellos he aprendido. Muchas veces me han preguntado cómo comencé en este ámbito: Investigación de temas de salud y ecología—2001, estaba en casa de mi padre Motivos de actualidad—Medicamentos peligrosos y iatrogenia—Reportaje Medicamentos que matan en The Ecologist.
Tiro del hilo y las cosas sobre la industria farmacéutica y el sistema sanitario que descubrí:
-Enfermedades inventadas para abrir nuevos mercados
-El control de toda la cadena del medicamento por parte de la industria
-La manipulación de ensayos clínicos y su realización en países pobres. El control de las Ciencia al servicio de intereses comerciales.
-La falta de independencia de las agencias de medicamentos y en general los muy extendidos conflictos de interés en este ámbito.
-Las asociaciones de pacientes financiadas para que “vendan” medicamentos.
-La presión directa sobre los médicos a través de los visitadores de las compañías. El incremento del gasto sanitario que ello supone a la Administración.
-El lobby que se ejerce de manera sistemática sobre administraciones e instituciones públicas.
-La guerra que unos laboratorios hacen a otros para retrasar la entrada en el mercado de medicamentos genéricos (iguales pero más baratos).
-En definitiva, el consumismo farmacológico (España segundo mayor consumidor de fármacos del mundo).
Vendría entonces mi primer libro, Traficantes de salud y el segundo Conspiraciones tóxicas, más tarde La Salud que viene y Laboratorio de médicos. En 2007 comencé a publicar libros. También comenzaba esta crisis-estafa que lo es más si cabe en el ámbito periodístico. Ese año las buenas informaciones se me acumulaban en el ordenador y casi como un juego decidí crear un blog para que vieran la luz. Los vientos de cambio me trajeron suerte y en poco tiempo se situó entre los más influyente en Salud. A ello ayudó el hacer un seguimiento de la que ha sido la mayor estafa, esta sí aplicada al ámbito sanitario, la de la falsa pandemia de Gripe A.
Años antes, hacia 2004, me encontraba en Barcelona rodando Carga tóxica—Las enfermedades ambientales—La fusión entre salud y ecología—Una medicina integradora.
Tanto los anteriores como estos conocimientos me han llevado por toda España y parte del mundo dando conferencias y me han abierto nuevas vías laborales en el campo de la comunicación corporativa o la reciente creación del Bufete Almodóvar & Jara. Durante todos estos años he podido comprobar de primera mano la perversión del modelo económico-social en el que vivimos; un sistema insano en el que prima el dinero por encima de la salud de las personas.
Pero en este circo de podredumbre también he encontrado la esperanza. ¿Saben ustedes dónde? Está encarnada en las personas que sufren y no se resignan a perder -a ser parte del olvido-. Son esas personas que han pasado por una situación escalofriante y se han rebelado para que a otras personas no les suceda lo mismo. Son personas que han perdido a un familiar o la salud por una negligencia, por la reacción adversa de un fármaco, por una enfermedad generada por nuestro estilo de vida nocivo.
En momentos como esos es donde el ser humano es forzado a superar (o no) la prueba de la mediocridad. La mayor parte sucumbre. Y sólo esos imprescindibles, como los describiera Bertold Brecht, tienen la suficiente generosidad y altura de miras para comprender que su sufrimiento es irremediable y que sólo la entrega a la causa del esclarecimiento de los hechos y las positivas consecuencias que tendrá ello en el resto de la sociedad podrán sanar sus heridas.
Esas son las personas que cambian una sociedad. Buenas noches y suerte.