Luisa Fernanda Gonzalez Castillo
Los científicos achacan este fenómeno al aumento de la temperatura del aire durante el verano antártico, que, a su vez, habría provocado uno de los mayores cambios en la vegetación del continente. Sin embargo, también se dieron cuenta de que existía otro vínculo: descenso del número de focas en la isla, que, al pisar las plantas, dificultan su floración.Aunque hasta la fecha se desconoce qué ha podido causar el descenso de las poblaciones de estas focas, la principal hipótesis es que esté relacionado con el descenso del alimento disponible.
Cambios en el microbioma
¿Y cómo afecta la floración de estas plantas en el ecosistema antártico? En primer lugar, provocará cambios en la acidez del suelo, lo que podría repercutir en la composición química del mismo, con sus consecuentes implicaciones en el crecimiento de líquenes. En segundo lugar, podría afectar a la microbiota del lugar, como bacterias y hongos. Estos cambios, unidos a la desaparición del ‘permafrost’, la capa de hielo permanente congelado en el subsuelo, podría provocar una escalada de cambios en los ecosistemas antárticos que, según apuntan los científicos, acarrearon importantes consecuencias en todos los animales terrestres.
Un peligro latente: las especies invasoras
Las plantas de la Antártida están adaptadas a una estación de crecimiento muy corta y son capaces de realizar la fotosíntesis en condiciones muy adversas. Por ejemplo, con temperaturas inferiores a los 0 °C o con la presencia de grandes cantidades de nieve. Pero nada pueden hacer para competir con otras plantas no autóctonas que podrían invadir estos ecosistemas antes aislados. Incluso es posible, según alertan los investigadores, que puedan desaparecer en favor de las especies colonizadoras, lo que podría ocasionar pérdidas irremplazables.
“En 2030 el clima de la Tierra podría parecerse al que experimentó el planeta en períodos más cálidos, como los registrados a mediados del mioceno”, sentencia el artículo científico. Un calentamiento que, explica, podría beneficiar a algunas o muchas especies terrestres nativas aisladas, pero que también provocará un mayor riesgo que podría tener consecuencias: una pérdida de biodiversidad irreversible, y cambios drásticos en ecosistemas frágiles y únicos.