Los aminoácidos se clasifican en 2 tipos: esenciales y no esenciales.
Los aminoácidos esenciales (histidina, isoleucina, leucina, lisina, metionina, fenilalanina, treonina, triptófano y valina) no pueden ser fabricados por el organismo y deben ser aportados en la dieta o en caso contrario pueden producirse trastornos en la salud.
Mientras que los aminoácidos no esenciales (alanina, arginina, asparagina, ácido aspártico, carnitina, cisteína, ácido glutámico, glutamina, GABA, glicina, ornitina, prolina, serina, taurina y tirosina) son también imprescindibles para la salud pero pueden ser sintetizados en el cuerpo a partir de los aminoácidos esenciales. Ambos aminoácidos, esenciales y no esenciales, intervienen en la formación de hormonas, enzimas, neurotransmisores (mensajeros químicos) anticuerpos y transportadores de nutrientes.
Un consumo de aminoácidos esenciales inferior al óptimo aumenta las necesidades del organismo de aminoácidos no esenciales. Por ejemplo, una dieta vegana o vegetariana estricta (pura) mal balanceada puede causar carencias de aminoácidos esenciales como triptófano, leucina e isoleucina. Para evitarlo es conveniente ingerir cereales, frutos secos, legumbres y semillas, así como aportarlos en forma de suplementos a la dieta, de esta manera se podrá aportar una dosis equilibrada de proteínas y evitar tanto el insuficiente aporte de aminoácidos esenciales como la carencia de los no esenciales.
Asimismo, para optimizar la absorción de los aminoácidos se recomienda que se acompañen en la ingesta de las vitaminas B6 y C (una fórmula multinutriente aporta ambas). Por otra parte, si el aminoácido específico se toma de forma individual es aconsejable que se complemente con una fórmula balanceada de aminoácidos esenciales ingerida en distinto momento del día. De esta forma potenciaremos su acción y evitaremos posibles desequilibrios en el balance general de nutrientes.