Las ratas abandonan el barco con el queso en la boca

Por Peterpank @castguer

Cuando en 2009 se creó el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), se abrió la posibilidad de un saneamiento estructural del sistema bancario español (SBE). Unos meses después se habían producido fusiones de entidades pequeñas mientras que las grandes miraban para otro lado silbando distraídamente. Para cualquiera que siguiera con algún interés el vía crucis de las cajas era difícil entender que fusionar tejidos enfermos pudiera obrar el milagro de engendrar un organismo vigoroso y fuerte. Tres años después, Bankia, monstruo de Frankestein creado con sus propias miserias y las adherencias enfermas de otras cajas menores, confirma los peores temores de una historia que comenzó mal y terminado aún peor.

Con su característica actitud de pollo que corre sin cabeza cacareando anacolutos y eufemismos, el ministro de Guindos  anunció el pasado febrero la cuadratura del círculo en forma de una nueva regulación del SBE que iba a dejar el solar financiero patrio limpio como una patena. Su terapia ha dado el resultado que cabía esperar de quien estando a la cabeza no olió la bancarrota de Lehman Brothers: la noticia del día es el colapso de Bankia y la dimisión de su hasta ayer presidente, Rodrigo Rato, al que lo ha matado aquello a lo que tantos años sirvió y tanto daño ha causado en este país: el ladrillo.

Las ratas abandonan el barco que se hunde, pero si son roedores financieros se tiran por la borda provistos de salvavidas. Un organismo repleto de seres supuestamente inteligentes, el Banco de España, dirigido por Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el hombre que aplaude cada vez que se recortan derechos sociales y laborales, autorizó el pasado mes de abril a Bankia a abonar la retribución variable, también conocida como bonus, unos millones de euros (M€) que se repartirán sus eficaces directivos. A ver si lo he explicado bien: a los ingenieros si se les cae un puente los meten en la cárcel. Es seguro que el ingeniero en ningún momento quería que se le cayera el puente, pero es todavía más seguro que los ejecutivos de los bancos arruinados saben de sobra lo que están haciendo: jugar con el dinero de los demás para desplumar a los clientes. Pues eso, hunden Bankia con sus decisiones equivocadas y el Banco de España autoriza la recompensa por el desaguisado que han montado.

¿Saben ustedes cuántos años tiene que trabajar un español con el salario mínimo interprofesional para ganar lo que Rato en un año? Más de 240 años. Ahora, el que fue uno de los arquitectos de la burbuja inmobiliaria y el hombre que dejó en ridículo a España huyendo del FMI, acaba de hundir la cuarta entidad financiera de España y, en lugar de ir a los tribunales, se retira con un botín en forma de indemnización de 1,2 M€. Así siguen las cosas por estos pagos: llegas a una caja enferma, le aplicas una terapia pésima que la aboca a una situación aún peor, y cuando está a punto de expirar, en lugar de tomar el Último Viático, tomas las de Villadiego, dejas a 400.000 accionistas con un 37% de pérdidas y el peor banco en Bolsa, le cuestas a los españoles el importe de los recortes en sanidad y educación, y encima te llevas una bonificación que equivale al subsidio con el que tienen que sobrevivir mensualmente tres mil parados.

Para cualquiera que pusiera algún interés más del que habitualmente ponemos en el trofeo Pichichi, lo de Bankia se veía venir desde su salida a Bolsa en julio de 2011. Cuando entonces hizo una ampliación de capital de 3.100 M€, el precio de salida de cada acción (sospechosamente rebajada dos veces antes de salir al parqué) era de 3,75 euros, lo que suponía que la entidad estaba valorada en unos 6.500 M€, una cotización ridícula que suponía que el valor real del nuevo banco era un cuarto (0,256 veces) de su valor contable.

A buen entendedor pocas palabras bastan: la única conclusión posible era suponer que el valor contable estaba inflado por unos activos que no valían nada. Ahora sabemos que Bankia y su particular “banco malo”, el Banco Financiero y de Ahorro (BFA), se habían convertido en la mayor inmobiliaria de España con unos activos problemáticos vinculados al ladrillo por valor de 31.800 M€. A día de hoy, Bankia, a través de su matriz BFA ya ha consumido 4.465 M€ del FROB. Los intereses de estas ayudas provocaron pérdidas a BFA de 439 M€ en 2011, lo que no impidió que sus jerifaltes pidiesen cobrar bonus. Ahora, si se hace otra inyección de entre 7.000 a 10.000 M€ al 8%, como al parecer quiere hacer el Gobierno, es materialmente imposible que la entidad pueda afrontar los intereses de la ayuda. La nacionalización está cantada y más valdría hacerla cuanto antes porque está en la mente de todos que Bankia no es un caso aislado y el miedo puede cundir fácilmente entre depositantes y ciudadanos. ¿Cuántas “bankias hay en España”? A perro flaco todo son pulgas. Habrá más casos peligrosos en los próximos días, no lo duden.

Malo vendrá que bueno te hará. El sucesor de Rato al frente de BFA-Bankia no viene desnudo. José Ignacio Goirigolzarri fue despedido del BBVA hace ahora dos años y ocho meses con una cuantiosa indemnización y una pensión vitalicia por jubilación (a pesar de tener 55 años) de 68,7 M€ (oiga: que son 12.000 millones de pesetas) a los que ahora no tendrá que renunciar y a los que sumará su sueldo en BFA-Bankia. [Antes de seguir, una digresión. Si era tan bueno, ¿por qué lo despidieron?]

Uno pensaba que el gran objetivo de la reforma bancaria era abrir el grifo del crédito y a las palabra de las más altas autoridades económicas me remito. El pasado 5 de marzo, el verbalmente incontenido, metafórico y eufemístico ministro de Economía, intervino en el “Encuentro Financiero Internacional Bankia 2012″ (¡qué casualidad!), en el que afirmó que las restricciones de crédito que están imponiendo los bancos y las cajas españolas a las familias y las empresas, «sin las cuales no hay crecimiento ni creación de empleo», se deben a «problemas estructurales, que serían resueltos con la reforma financiera aprobada por el Gobierno».

Con estos mimbres tenemos que construir el cesto del destino de nuestro país. ¡Que Dios (y San Ignacio de Loyola) nos pillen confesados!

Manuel Peinado Lorca