A mediados de 1846, un grupo de 87 pioneros –entre familias e individuos solitarios- se dispusieron a llegar a California en una travesía desde el noreste de Utah. La historia de este grupo, llamado grupo “Donner” (Donner party), es ahora una leyenda norteamericana debido a las dificultades que enfrentaron. Casi la mitad del grupo original murió antes de que fueran rescatados a mediados de 1847 en Sierra Nevada, donde habían permanecido por varias semanas debido a la densa nieve que les impidió continuar hacia su destino. La tragedia, la muerte e incluso el canibalismo marcaron la historia del grupo de pioneros norteamericanos. Más allá de ser una peculiar pieza histórica, la historia del grupo Donner ha sido también analizada desde el punto de vista biológico. De hecho, la mortalidad diferencial observada en el grupo Donner puede ser explicada con lo que sabemos acerca de los factores que determinan los patrones de mortalidad en las sociedades humanas. De particular interés, en esta ocasión, es el hecho de que aquellos individuos que contaban con una red social más grande fueron aquellos que sobrevivieron, o bien, que tardaron más tiempo en morir. Varios estudios han demostrado que la longevidad se relaciona positivamente con el tamaño de las redes sociales en las que un individuo está inmerso, pero todavía hay varios aspectos que no son completamente claros.Recientemente, fue publicado en la revista PLoS Medicine un estudio llevado a cabo por Julianne Holt-Lunstad y Timothy B. Smith de la Brigham Young University y Bradley Layton de la University of North Carolina. En este estudio se realizó un meta-análisis –es decir, un análisis los resultados de varios estudios- respecto a la relación existente entre las relaciones sociales y la mortalidad. Según sus resultados aquellos individuos con relaciones sociales fuertes tienen 50% más probabilidad de sobrevivir que aquellos que tienen relaciones sociales débiles. La magnitud de lo anterior es comparable con los beneficios que proporciona el dejar de fumar.
Fotografía de Jasmin Hunter, tomada de Wikimedia Commons.
Julianne y su equipo analizaron 148 estudios que en total consideraban datos de 308,849 individuos. Los estudios existentes –en varias bases de datos bibliográficas- era mayor. Sin embargo, tuvieron que hacer una “limpieza” para lograr que aquellos incluidos en su análisis fueran relativamente comparables. Además, dichos estudios debían contener información que permitiera al equipo de Julianne responder varias preguntas. Con el meta-análisis averiguaron cuál era la asociación entre las relaciones sociales y el riesgo de mortalidad, de qué manera la clasificación de las relaciones estudiadas permitía predecir o no los patrones de mortalidad, de qué manera las características de las poblaciones estudiadas influían en los patrones observados y si la mortalidad se veía afectada por las características de las relaciones sociales en un gradiente o no. De manera conjunta, los 148 estudios considerados señalan que la forma en la que los individuos experimentaban sus relaciones sociales predecía consistentemente los patrones de mortalidad. Este resultado se mantuvo fuerte incluso considerando otros factores como la edad, género, estado de salud inicial, período de seguimiento y causa de muerte. Un detalle metodológico interesante es que mientras más elaboradas o detalladas eran las evaluaciones de las relaciones sociales el efecto en la mortalidad era más fuerte. Es decir, evaluaciones como ¿vive solo? donde la respuesta era si o no predecían de forma mas débil los patrones de mortalidad. Esto tiene sentido si pensamos que una persona puede vivir sola pero tener una amplia y fuerte red social. Relacionado con lo anterior, los autores sugieren que –de hecho- sus resultados pueden estar subestimando el impacto de las relaciones sociales en la salud debido a que la mayoría de los estudios considerados en su análisis tomaban en cuenta medidas simples para evaluar las relaciones sociales.A diferencia del tabaco, del que se sabe bien cómo es que afecta nuestra salud, no es todavía claro de qué manera las relaciones sociales contribuyen a una mejor salud y por tanto a una menor mortalidad. Hay varios indicios, por ejemplo, formar parte de una red social puede proporcionar a los individuos inmersos en ella un sentido de pertenencia y fomentar el desarrollo de su autoestima. También se sabe que el apoyo social se relaciona con un mejor funcionamiento del sistema inmune.Sin embargo, las relaciones sociales pueden tener efectos a nivel emocional, económico, conductual, cognitivo y biológico a través de diversas y entremezcladas vías. Los sobrevivientes del grupo Donner, por ejemplo, pudieron haber recibido beneficios de su grupo social o familiar a través de la cercanía, el contacto físico, apoyo material o emocional e incluso a través del mero intercambio verbal de sus pesares.Julianne y su equipo señalan que es también importante definir la calidad de las relaciones sociales ya que muchos estudios asumen de entrada que todas las relaciones son positivas. Por ejemplo, el estado marital generalmente se usa como una medida de integración social. Sin embargo, recientemente se han incrementado el número de estudios en los que los resultados entre estudios divergen cuando se considera la calidad de las relaciones maritales.¿Qué estudios son ahora necesarios? Según Julianne y su equipo es necesario llevar a cabo estudios que nos permitan entender de qué manera las relaciones sociales promueven la salud, también es necesario redefinir y refinar los modelos conceptuales y desarrollar modelos de prevención e intervención que explícitamente tomen en cuenta las relaciones sociales.Este último punto es particularmente importante ya que, al parecer, es necesario darle mayor peso a las relaciones sociales para incrementar la efectividad de las políticas públicas de salud y el tratamiento de enfermedades y padecimientos. Los médicos, educadores, profesionales de la salud, la población en general y los medios enfatizan los riesgos que el fumar, una mala dieta y la falta de ejercicio tienen sobre nuestra salud. A esta lista debieran añadirse las relaciones sociales pobres o insuficientes.En resumen, los mensajes de las cajetillas de cigarros tal vez debieran decir: “Dejar de fumar y cultivar relaciones sociales positivas reducen importantes riesgos para la salud” Artículos de referencia: |
Holt-Lunstad, J., Smith, T., & Layton, J. (2010). Social Relationships and Mortality Risk: A Meta-analytic Review PLoS Medicine, 7 (7) DOI: 10.1371/journal.pmed.1000316
Grayson, D. (1993). Differential mortality and the Donner Party disaster Evolutionary Anthropology: Issues, News, and Reviews, 2 (5), 151-159 DOI: 10.1002/evan.1360020502