Esta mañana me he levantado y, en la propia cama, con un par de golpes de dedo, me he enterado de que Manyez se ha comprado un iPad, de que la gestación gemelar de Gerineldo va bien y de que Vientoblanko ha publicado el vídeo del año.
Quizás estas noticias puedan sonar superficiales, pero lo cierto es que están ahí, a pocos clics de distancia de cualquier habitante del mundo. Si bien el hecho de que yo las consulte sólo tiene el objetivo de satisfacer mi sana curiosidad, la sóla existencia de esta información puede despertar intenciones más oscuras: por ejemplo, si mi presencia en redes sociales respodiera exclusivamente a la intencion de vender carcasas protectoras de iPad, pañales o trípodes podría enfocar mi campaña sobre clientes potenciales como Manyez, Gerineldo o Vientoblanko respectivamente.
Motivos como éste son los que hacen que muchas personas se muestren aún recelosas respecto a las redes sociales. Ellos no saben que el hecho de compartir información que normalmente clasificamos como privada tiene muchas más ventajas que inconvenientes; al menos, hoy en día.
Muchas personas, tras leer este blog, me preguntan si no creo que comparto demasiada información personal a través de él, perdiendo toda mi intimidad. Mismamente, hace un par de semanas, un cirujano maxilofacial me preguntó si conocía a ese aficionado a los Pokémon que había en mi servicio.
-Creo que soy yo -le respondí.
Por supuesto que no comparto toda mi intimidad, tan sólo una mínima parte, precisamente la que a mí me interesa compartir. Quien no comparte no sabe lo enriquecedor que puede llegar a ser ver comentados tus pensamientos, tus sentimientos, tus vivencias, tus opiniones. Y lo increíble que es despertarse un 31 de diciembre y poder leer, con otro par de golpes de dedo, lo que has vertido en internet durante todo el año 2010 y las reacciones que ha generado. Ver que no ha sido un año muerto.
1. Ver que uno ha evolucionado en el trabajo y ya no es el que quita amígdalas con dificultad, sino que opera tabiques nasales, ha comenzado a fresar oídos y coser cuellos y que hay ahí otros otorrinos para ayudarlo.
2. Ver que, de un día para otro, uno se independiza del hogar y tiene que aprender a cocinar, lavar y planchar y que recibe decenas de consejos.
3. Ver que, un conocido joven se muere y que uno tiene que aprender a superar el miedo a la muerte de otra manera cuando casi diariamente se enfrenta a ella gracias a muchas palmadas en la espalda.
4. Ver que, de repente, ese artículo que llevaba años dando vueltas coge forma, se envía, se acepta y aparece indexado en PubMed.
5. Ver cómo a principios de año la Blogosfera Sanitaria apenas tenía conciencia de sí misma y en doce meses ha realizado su primer congreso, luchado por un Manifiesto, opinado sobre la nueva Ministra, y cómo su camino comienza a ser cuestionado.
6. Ver todas las críticas que he escrito respecto a diferentes aspectos del Sistema Sanitario público y que en ningún momento han sido publicadas como destructivas, sino con el objetivo de señalar las áreas suceptibles de mejoras en las que quiero tomar parte activa. Y cómo dichas críticas han sido asimiladas como constructivas por las personas responsables de su modificación: periodistas, farmacéuticos, asociaciones de pacientes, profesores, companías farmacéuticas, gestores, directores médicos, tutores MIR,...
7. Ver cómo, después de tantos años, esos entrenadores Pokémon seguimos ahí e incluso cómo otros nuevos se nos suman a nuestro camino en esta extraña pelea de gallos estratégica que son los combates.
8. Ver cómo todavía merece la pena enamorarse aunque las cosas no prosperen.
9. Ver cómo gracias a Twitter puede aparecer el documento clave que te permite poner el punto y final a tu tesina y, como gracias a Twitter también, puede nacer la idea para una tesis doctoral.
10. Ver el final de Perdidos y sentirse un tonto al darse cuenta de que, como en cualquier otro aspecto de la vida, lo importante no era el final, sino el durante.
11. Ver cómo se han doblado las visitas a este blog, con la responsabilidad que eso conlleva y el vértigo que da.
12. Ver cómo, inevitablemente, será necesario continuar este experimento un año más.
Un abrazo a todos. Espero que el 2010 haya sido tan intenso para vosotros como para mí.