Las ventajas de las rotondas
Hay alcaldes que parecen campesinos: a la que ven un trozo de tierra libre, plantan una rotonda. Siempre he odiado este elemento vial, sobre todo desde que me la juego en cada una de ellas por culpa del aceite que sueltan los camiones. Pero desde que he descubierto su importancia y lo que veremos al final, las “turbo rotondas”, ya me las miro de otra manera.
¿Qué beneficios tiene una rotonda? El más importante: mejora la seguridad. Los vehículos tienen que reducir la velocidad y dibujar la curva. Si hubiera un semáforo, cuando está en verde se circula más rápido y los posibles accidentes son más violentos. Además, aumenta la fluidez del tráfico. A la que hay vía libre, se puede pasar sin esperar a que un semáforo te lo indique. Es decir, se reduce el tiempo de espera y se producen menos retenciones.
En algunos casos la construcción de una rotonda es obligatoria. Cuando se cruzan más de dos vías no hay otra opción que optimice mejor el tráfico. Otra ventaja sería el ahorro energético del semáforo, aunque gaste muy poco, se debe de tener en cuenta.
Las rotondas del futuro se denominan “turbo rotondas”. El nombre promete. Aquí te dejo el esquema de una de ellas:
La clave está en que cada vehículo es guiado desde el momento en que entra en la rotonda hasta que sale de ella. El carril exterior es el que suele provocar más accidentes, y en este caso, el tiempo que se permanece en él es mínimo. El problema viene cuando entras en la rotonda y no sabes dónde tienes que salir. Haz tú mismo la prueba.
Tras pasearme años por cientos de rotondas de nuestro país, a veces pienso que las inventaron los talleres de chapa y pintura con vistas de negocio, o los artistas, con el fin de tener un sitio donde colocar sus, a veces, horrorosas esculturas.