'Las víctimas son culpables'

Publicado el 20 julio 2014 por Miguel García Vega @in_albis68

“La guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza”. 
1984 (George Orwell)

La gente, ese concepto tan abstracto cuando no incluye a tu hermana, tu cuñado y tus dos sobrinos pequeños, sigue muriendo en Gaza. Muere desde hace muchos años y, aunque no lo parezcan, son siempre los mismos. Bueno, en realidad si que nos parecen siempre los mimos ¿verdad?

Son morenitos de piel, pero no del mismo moreno que pasea sus rolex por Marbella, Dubai o donde quiera que vayan ahora esos ciudadanos del mundo. A esos, que se juntan con reyes o presidentes de todo pelaje, tanto les da un país o una nación sin estado, su única patria es Suiza. Su moreno no es de playa sino de yate, y la diferencia se nota. A la playa no van, que ahora caen bombas porque la situación es muy compleja. Tanto que a usted, una persona de inteligencia media-alta, le cuesta entender que quien ha matado a esos niños en la playa no ha sido el que ha tirado la bomba. Ni mucho menos. Pero para eso está la prensa, para explicarlo. Y si no lo acabamos de entender, al menos lo sentiremos así: esa es la clave.

No voy a entrar en la geopolítica del conflicto árabe-israelí porque seguro que en otras páginas encontrarán gente mucho más preparada que sabrá explicarles por qué siempre mueren los mismos. Así que esto va de propaganda de guerra, que no es un tema menor y también mata.

Padre y hermano de una víctima del bombardeo al puerto de Gaza (EFE)

Lo que dudo es que puedan encontrar una explicación que no hiera su inteligencia y sensibilidad en la mayoría de la prensa española tradicional, esa que está en crisis por la piratería en Internet. Lo digo porque sean cuales sean las causas y los culpables es difícil entender un conflicto cuando una de las partes es imaginaria, no existe más allá de unos números.

No es la primera vez, es una cualidad que tienen los ejércitos de Occidente y sus aliados cuando van a la guerra humanitaria. Su tecnología es tan sofisticada que mata limpiamente. La gente de bien valoramos la limpieza, eso lo sabe hasta el publicista más tonto. Por eso en algunas portadas sus bombas no levantan ni polvo. Solo matan números y según va subiendo el score y pasando pantallas, cada vez vemos menos víctimas. Es la magia de una civilización superior defendiéndose de un enemigo que da tanto miedo porque, entre otras cosas, no se ve.

Bueno, se le ve de vez en cuando, siempre en actitud agresiva porque es su naturaleza, por supuesto. Esta tarde en el informativo de televisión vi a las víctimas del avión malasio presuntamente derribado en Ucrania. Vi sus fotos de cumpleaños, en familia soplando las velas. En ellos sí que pude ver a mi hermana, mi cuñado y mis sobrinos. Son de los nuestros.

Y cuando parece que ese tipo de propaganda no es suficiente se bajan unos cuantos escalones más. A veces está tan interiorizado el mensaje que ni el propio periodista parece darse cuenta de lo que hace, como un niño con una pistola. Otras veces  se desconfía de la capacidad del receptor para captar el mensaje sutil, y otras es simplemente manipulación torpe. Es cuando se pasa retorcer los hechos de tal manera que se miente dando hechos ciertos. Es una manera de mentir vergonzosa, tirando la piedra y escondiendo la mano. Es cuando te sale un titular tan infame como este de El País:

Otros ejemplos de otros presuntos diarios ya ni los contemplo. A riesgo de frivolizar, sería como coger las estadísticas oficiales de la FIFA y titular: “Brasil y Alemania empatan en la posesión del balón (51-49 %)”. Y con el subtítulo: “Los brasileños superan por uno (13-12) a los alemanes en tiros a puerta”. Para quienes acaben de aterrizar de la Estación Espacial Internacional aquel partido ha pasado a la historia del fútbol por el 1-7 a favor de Alemania.

Puedes estar convencido que unos son los buenos y otros los malos, que la razón está en un solo bando y puedes, si el dueño del medio te deja, razonarlo en un artículo de opinión. Lo que no puedes es ofender la inteligencia del lector con un titular así y encima pretender que te pague más de 1€ por ello. No puedes igualar al ejército de Israel y a Hamás en una pretendida contienda entre bandos similares, no puedes comparar la legítima angustia que pueda tener la población israelí con los centenares de muertos palestinos en Gaza.

Funeral jóvenes israelíes muertos, punto de origen del último ataque a Gaza. (Foto AP)

Las bombas caen sobre Gaza mientras algunos medios (seamos justos, no todos, en Internet nacen miradas independientes de los bancos cada día) no paran de hablar de la situación de emergencia de los israelíes, para que nos solidaricemos con su miedo.

 El cine de Sderot

Aunque a medida que la desproporción aumenta y aumenta se hace cada vez más cuesta arriba mantener eso. El gobierno de Israel no se lo pone fácil a los propagandistas, la verdad. Y más cuando nos encontramos escenas como el cine de Sderot, esos israelíes que cargados con sus sillas plegables y algunas cosillas para picar se suben a un monte a observar el espectáculo de las bombas cayendo sobre Gaza. Aplaudiendo y vitoreando cada explosión como si para ellos no hubiera acabado el Mundial. Como he dicho otras veces por aquí, Huxley fue más certero que Orwell en su análisis. Para que luego digan que el fútbol envilece a las masas.

Lo que envilece es la propaganda que convierte a tu enemigo en un ser que no es como tú, que no es humano. Lo mismo ocurriría si se cambiaran las tornas y se intercambiaran los protagonistas;  lo mismo ha ocurrido una y otra vez a lo largo de la historia, en una cadena a la que no sabemos ponerle fin. Considerar a todo un pueblo culpable de crímenes de personas concretas, considerar a los niños como futuros terroristas da carta blanca al dueño de las pistolas. O convencerse a sí mismo que la víctima es la culpable de lo que le pasa, eso también ayuda.

Y olvidarse en ese momento que al final ser víctima o verdugo es una lotería para los de siempre mientras otros mueven el bombo y reparten las bolas. Que todos podemos ser palestinos bajo las bombas o espectadores israelíes en el cine de Sderot. No se qué es más aterrador.

Bonus track

Me encontré el otro día en Twitter con un video muy interesante. El politólogo Norman Finkelstein ataca lo que él llama “lágrimas de cocodrilo israelíes.” Las víctimas de la barbarie lo son por encima de todo y es un insulto a las mismas que sirvan de pretexto para nuevos crímenes.

Yo creo que las víctimas deberían ser consideradas apátridas, con todos los honores.