En contra de lo que vaticinaban los expertos hace ya algunos años, la tecnología no ha supuesto la caída de los índices de lectura, o el repartir más tiempo entre más actividades de ocio frente a las que la lectura queda relegada. Al contrario: ahora se puede leer jugando, es posible jugar a leer, cantar la letra de una canción al escucharla, realizar cambios en lo que se lee y compartirlos, recitar textos que se convierten en videos o escribir relatos de películas que hemos visto y publicarlos como propios en nuestros perfiles sociales. La lectura se ha hecho social, y la tecnología ayuda a conseguir este fin. Pero también lo hace la calle, la actualidad y el generar nuevas estrategias para invitar al lector y al no lector a descubrir nuevas prácticas de lectura. Ha cambiado la mecánica, pero no el fin. Se lee.
Ilustración de Rita Petruccioli
Las adaptaciones de lecturas en versión cinematográficas exploran las posibilidades de otro medio, el audiovisual, que a través de intenciones comerciales acerca grandes y pequeñas historias de la literatura al gran público, y favorece que aumente el número de lectores que, o bien vuelven al libro después de visionar la película, o se acercan a él por curiosidad, o por simple moda. Donde viven los monstruos, La invención de Hugo, Las aventuras de Tintín, Crepúsculo, Diario de Greg, Harry Potter… son versiones de libros, fundamentalmente para público infantil y juvenil, que revitalizan el acercamiento entre público y literatura, aunque sea a partir de la imagen.
Relacionar el turismo con la lectura también es una práctica muy interesante. Los monumentos y recorridos históricos se ven complementados a la perfección con recitales poéticos, paseos teatralizados e historias legendarias que actualizan las visitas turísticas y las dotan de un interés añadido. En este ámbito, prácticas culturales como la fotografía, la literatura, el arte, e incluso el disfrute de la naturaleza se “enmadejan” creando conceptos novedosos de interés para un público que busca implicarse activamente en las prácticas culturales que realiza.
‘Salamanca, dulce nombre te dieron’, una particular versión de La Celestina por las calles de Salamanca a cargo de Edulogic Producciones
A los lectores les gusta implicarse. Por eso todos los eventos letrados realizados por y para el libro terminan convirtiéndose en un éxito de público: los encuentros con autor humanizan la figura del que escribe acercándolo hasta los que lo leen; las ferias del libro de ocasión permiten adquirir ejemplares interesantes y dar a conocer títulos de interés para el público a un precio asequible; los salones y encuentros profesionales facilitan que profesionales del sector discutan y pongan pautas para actuaciones encaminadas a mejorar la calidad de lo que se lee y a aumentar el número de las personas que lo hacen; cursos online, presentaciones editoriales, cuentacuentos en pequeñas librerías…Un amplio abanico de posibilidades para convertir la lectura y la escritura (por extensión) en una práctica de actualidad.
Sesión de cuentos “Mujer y Ciencia” en librería Letras Corsarias a cargo de Unpuntocurioso
Lo importante es mantener la voluntad de querer leer, de seguir leyendo a través de los nuevos espacios, distintos contextos y estrategias: puede ser un joven que construye su propio escenario literario al terminar un libro que le impacta; puede ser una chica que compra el libro de Crepúsculo después de ver la película; un grupo de jubilados que se abre un blog para continuar las tertulias literarias que les quedan cortas en las sesiones de su club de lectura de los jueves; o un alumno aplicado que crea sus propios materiales de lectura multimedia para estudiar a través de la pantalla.
Es imprescindible poner la creatividad al servicio de la actualidad para difundir la cultura y ponerle letras, es decir, para favorecer la difusión de la cultura letrada. Sabemos que crear ambientes letrados es ir más allá de los ambientes de lectura convencionales o donde haya muchos libros. Y es que los ambientes de lectura y escritura no dependen de los aparatos, los soportes, la calidad sólo del mediador o de la comunidad, tomada aisladamente, sino de las interacciones.
Hay que crear dinamismo.
Hay que promover nuevas prácticas, espacios e itinerarios de lectura.